Puedo decir que «Hotel Rwuanda» ha sido una de las películas más duras que he visto. Coincidió que cuando fui al cine a verla acaba de terminar de leer «Ébano» de Kapuscinsky, donde uno de los capítulos sobre África está dedicado a contar de manera muy clara en qué consistió este duro enfrentamiento racial entre los tutsis y los hutus. Un auténtico genocidio que comenzó en 1994 tras el asesinato del presidente ruandés.
En abril de ese año el asesinato de Juvenal Habyarimana (de etnia hutu) desencadena una multitud de masacres en el país contra los tutsis obligando a un desplazamiento masivo de personas hacia campos de refugiados situados en la frontera con los países vecinos, en especial el Zaire. En agosto de 1995 tropas zaireñas intentan expulsar a estos desplazados a Ruanda. Catorce mil personas son devueltas, mientras que otras 150.000 se refugian en las montañas. Con la vuelta, comienzan los enfrentamientos. Hubo matanzas en ambos bandos, pero los tutsis fueron especialmente masacrados.
Hoy leyendo a Moeh me entero de que todavía continúan la división étnica en este país. Los niños visten distintos uniformes según sean hutus o tutsis. No puedo evitar ponerme a pensar en lo que está pasando ahora mismo en Kenia y establecer paralelismos que puede que sean equivocados o acertados.
Escucho en la radio que, si no se hace algo, Kenia puede acabar siendo una nueva Ruanda aunque más «moderada» (si es que este calificativo puede usarse cuando se trata de hablar de personas muertas). La violencia ha brotado en Kenia desde la celebración de las elecciones en el mes de Diciembre.
Los opositores de Mwai Kibaki salen a protestar porque las elecciones lo han dejado en el poder. El opositor Radila Olinga y el Movimiento Democrático Naranja quieren que Kibaki renuncie a la presidencia. Acusan al gobierno de fraude electoral y dicen que se niegan a permitir que Kibaki convierta su país en una dictadura.
Esta crisis está provocando el colapso de una de las economías africanas más estables. De ella dependen en parte algunas zonas de Sudán, Congo y Tanzania. El principal problema es la abrupta caída del turismo desde el inicio de las matanzas. Pienso en mi viaje a Kenia y Tanzania con mi familia. Me temo que no podremos ir este año. Habrá que esperar. Un sueño retrasado.
Como en Ruanda, hay dos bandos enfrentados. Como en Ruanda, hay matanzas y miles de desplazados. Obviamente, en Kenia la situación no tiene un tinte racial tan claro. Pero hay ya quien resalta que la mayoría de desplazados son de la etnia kikuyu, a la que pertenece el presidente Kibaki. Casualidad, o no. Además, hay voces que señalan que este conflicto se está convirtiendo en una excusa para las etnias enfrentadas para matarse mutuamente. La oposición mata a la etnia del presidente; los soldados matan a las etnias opositoras al presidente. Como mínimo, son percepciones a tener en cuenta.
Hay quien dice que no volverá a pasar lo mismo porque tenemos la experiencia de Ruanda. Pero por ahora ¿qué estamos haciendo para evitarlo?
Fotografía publicada en "El País"
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