Hoy he tenido un día horrible. Era festivo en Sevilla y supuestamente no había que trabajar. Irónicamente me he pasado hasta las 5 de la tarde delante del ordenador haciendo una cosa que no me correspondía (un marrón de los grandes), con un breve descanso a la clínica de Manuel para hacerme un bendito empaste.
Mala leche y cabreos derivados aparte, el día ha tenido una buena terminación -en contra de lo esperado-. He ido al teatro, una de mis cosas preferidas como ya muchos sabéis.
He vuelto a la sala La Fundición para ver una obra que prometía bastante: «Hamburguer de Conejo, Nadie muere bellamente«. Al salir, la sensación ha sido buena aunque diferente a otras ocasiones.
Una obra preparada por Fernando Mansilla, quien dice que en ella no todo es lo que parece, pero también al contrario, llevándonos continuamente por el filo de la lógica, de la normalidad, traspasando a veces esa línea y confundiéndonos, dejándonos sin saber en qué lado estamos. Porque sus protagonistas andan siempre con un pie en el caos que subyace en la vida, son seres extremos, marginales, aunque procedan de la más absoluta normalidad. ¿Acaso ésta no es un engaño piadoso para actuar con algo de comodidad? ¿Para mitigar el miedo que nos provoca la vida?
Hamburger de Conejo’ es un texto ácido y humorístico que muestra la lucha despiadada entre dos mujeres absolutamente entregadas a la tarea de ser ellas mismas. En este combate sólo una de ellas podrá sobrevivir.
Además que Amparo es una valverdeña de rompe y rasga. Tengo la suerte de estar ahora precisamente trabajando con Ana que es la productora del espectáculo y nos tiene al tanto de todo.
La semana que viene seguramente iré a verlas.
BEsos