Unos pensarán «¡qué pena que ya se acaba!»; otros decimos «¡qué bien que ya se acaba!». ¿Cuál es la diferencia? Sencillo; unos han ido al rocio este año, otros tendremos que esperar y aguantar el cuerpo un añito más.
Serán muchos los que sigan sin entender lo que te pasa por el cuerpo cuando escuchas cohetes una que para tí es una mañana cualquiera mientras que para otros es la mañana de la salida. Tú lo sabes e intentas hacer como si no pasara nada, pero sabes perfectamente lo que está pasando en cada momento.Empiezas ignorando los cohetes intentando convencerte de que tampoco pasa nada, que este año no ha podido ser pero que pronto te llegará también a tí la hora. Que no hay que ser tan exigente y que tampoco es el fin del mundo perderse el rocio ¡hay muchas otras cosas!
Pero después descubres que te has ido acordando todo el tiempo de lo que estaba pasando a cada hora en el camino. Llega el lunes y descubres que te has ido acordando además durante todo el fin de semana de la gente que está allí, de los que van de visita, te imaginas las casa, las conversaciones, las cervecitas en la marquesina, los pucheros, las sevillanas….
Además, entre los que se quedan no se suele nombrar el tema. No sale un ¿cómo estarán los del rocío? Lo que indica que nadie quiere que salga una conversación de qué tal se lo estarán pasando sus suertudos amiguetes… por envidia sana, pero envidia al fin y al cabo.
Espero que los que habéis estado allí, os acordéis de los que nos quedamos. Y a ver si para el próximo año tiene que ser otro el que se quede con los pies aquí y la cabeza allí y yo estoy con las dos partes en el mismo sitio. Ah! Y a ser posible con todos mis amigos en una casa a lo Siempre Así… jejeje…
PD Marga, gracias por las fotos