Me quedo perpleja cuando leo que el Tribunal Supremo Electoral de Guatemala ha admitido la candidatura para las elecciones de este país en septiembre del exdictador Rios Montt.
Son muchos los que le han acusado de genocida y fascista desde hace años. Asociaciones defensoras de los derechos humanos y la justicia encabezados por la premio nobel de la paz Rigoberta Menchú (personalmente implicada con los crímenes cometidos por este sinvergüenza) lo han denunciado en repetidas ocasiones por genocidio, tortura y crímenes de estado.
Montt fue el responsable del régimen militar en este país centroamericano entre 1982-1983 donde se cometieron grandes atrocidades. Hablamos de la época de la guerra civil que enfrentó a los insurgentes de izquierdas con el ejército. Esta guerra terminó con un tratado de paz firmado en Méjico en 1996 bajo la presidencia de Arzú. Los indígenas mayas sufrieron la mano dura del dictador militar. Fueron atacados con la excusa de perseguir las guerrilas. Unos 200.000 civiles fueron asesinados en lo que muchos consideran la guerra más violenta de América Latina en la historia moderna.
Ahora Montt presenta su candidatura no con el deseo de gobernar el país, sino para obtener la inmunidad militar. Y el tribunal la ha aceptado.
Esto complicará enormemente las acciones legales abiertas en su contra en España en la Audiencia Nacional y las iniciativas legales promovidas por dos juzgados locales relacionadas la represión ejercida durante su mandato. Con esta medida, la orden internacional de captura dictada por los delitos de genocidio, tortura, terrorismo y detención ilegal no tiene sentido.
