No me cansaré nunca de repetir que una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida fue irme a estudiar la carrera a Madrid y hacerlo los 3 primeros años en un colegio mayor. En principio, tuve la tentación de quedarme en Sevilla en un piso con amigos, pero al final me decidí por lo mejor.
Madrid me abrió la mente, me brindó enormes oportunidades, me mostró infinidad de cosas diferentes y me dio algunos de mis mejores años. Llevo unos días recordando anécdotas del colegio mayor. Hay una chica que está intentando entrar en el San Juan Evangelista (el Johnny para los amigos) y la estoy ayudando para que la acepten.
Es cierto también que no todos los colegios son iguales y en eso el Johnny tiene infinitas ventajas sobre el resto. Nada de horarios, ni de normas estrictas, ni de controles, ni visitas prohibidas…. Al contrario, enorme convivencia, organización haciendo partícipes a todos, actividades para todos los gustos, fiestas, festivales, conciertos, …. Un colegio en el que los colegiales convivimos compartiendo todo y de donde siempre quedan los recuerdos y los buenos amigos.
Un gran ejemplo eran las novatadas. Lejos de las putadas de las que muchos hablan, de la vergüenza, de la ridiculización de los nuevos…. Las novatadas encantaban a todo el mundo. ¿Lo mejor? La noche de los albornoces. Nos paseaban en albornoz y con una papelera en la cabeza por toda Ciudad Universitaria.
¡Qué tiempos aquellos!