Quien me conozca bien sabe que soy una forofa auténtica de Mafalda. Si alguna vez quieren regalarme algo y no saben qué, sepan que con cualquier libro de la pequeña argentina me harán muy feliz.
Sin embargo, hay algo que no consigo tragar de Mafalda. Odia la sopa, algo que no puedo comprender. Quien me conozca bien, sabrá también que me encanta la sopa. A veces mi madre me dice que podría alimentarme a base de sopa y no protestaría.
Ahí tienen. Dos pistas más para conocerme. Adoro la sopa y Mafalda ¿es incongruente?
Son las 11 de la noche de un día en el que estoy muy contenta. A pesar del cansancio, el estrés, las ganas de que llegue el fin de semana, la escasez de tiempo, el calor que hace ya en mi piso… A pesar de todo eso, me siento feliz.
No me pregunten por qué. En realidad no tengo una buena explicación. Porque apenas tengo tiempo para nada, porque hoy me han clavado 240€ por la revisión del coche, porque cuento cada vez con menos minutos que dedicar a mi vida internauta, porque no se me ocurren cosas interesantes que publicar en el blog, porque llevo 3 semanas con fotos pendientes que subir y vídeos que editar, porque casi no he podido empezar a leer el libro que lleva ya 3 semanas esperando en la mesita de noche, porque me duelen los ojos después de un día de lectura intenso…
Pero estoy contenta. Esto me demuestra cómo puede llegar a influir en mi estado de ánimo mi satisfacción personal con el trabajo, los amigos y la familia. Parece que hoy está todo en su sitio.