Este verano he cumplido uno de mis mayores sueños. He viajado a Kenia y Tanzania y he conocido el verdadero corazón de este continente. Lo que temía ha sucedido. En mi segundo día allí ya me había enamorado de África; había dejado de soñar con ella y por fin la estaba viviendo de la manera más intensa posible.
He necesitado casi 2 meses para ser capaz de hablar de ello y todavía me cuesta ver las fotos sin que me entre una pena que no soy capaz de razonar. Quiero volver, volver, volver… Tengo mucho que contar, pero no soy capaz de sentarme a escribir. Hay tanto que decir que se me hace imposible empezar.
Sólo puedo pensar en volver, una y mil veces. He visto una naturaleza que aquí se hace inimaginable, he descubierto belleza en cada uno de sus rincones, me he sorprendido viendo en la gente unos ojos insultantemente brillantes y, sobre todo, unos amaneceres que ni siquiera sabía que existieran.
Dormir escuchando a los leones rugir y a las hienas pasearse entre las tiendas, levantarte a las 4 de la mañana en mitad del Serengueti, desayunar mientras amanece y descubrir que existe un sol tan enorme, tan naranja y tan bello es uno de los mejores regalos.
África es muy especial. Lo sé. Por lo de escribir no te preocupes, irá saliendo, ya verás.
Enhorabuena por la fotos, y por tus comentarios…Geniales!
Para recordar: Subir al Ngorongoro escuchando BSO de Out of Africa.