En el año 1812, el explorador suizo Johan Ludwig Burckhardt regalaba a la humanidad el descubrimiento de una de las maravillas del mundo: la ciudad escondida de Petra en Jordania.
Desde entonces, son muchos los que se dan el gustazo de visitar esta ciudad en medio del desierto, algo que espero poder hacer dentro de no demasiado tiempo. Para llegar hasta ella hay que recorrer el Siq, lo que muchos conocen como «el rosado desfiladero«para encontrarnos al final con la ciudad que muchas veces hemos imaginado a través de fotografías.
Este tesoro es una muestra de lo que fue la majestuosidad de Petra y su belleza salpicada de influencias arquitectónicas egipcias, helénicas, romanas.
Hoy me llama mi amigo David Mateos y atención a lo que me manda: una foto de él con pintas de explorador a las puertas de lo que creo es el emblemático edificio de la Tesorería de Petra. Sí señores, Mateos… el hombre que tenía miedo a los aviones y que lo perdió en el viaje a Canarias, ha seguido los pasos del suizo y se nos ha plantado allí. ¡¡Qué envidia!! Sana, eso sí…
Tengo que decir que admiro realmente a este hombre que ha sabido anteponer la belleza de una de las maravillas del mundo al miedo que le provoca eso de dejar tierra firme (acompañado de sudores, malos ratos, mareos y demás síntomas que revelan su miedo a volar, todos sabemos que después de una experiencia traumática con cierta azafata).
Mateos, hoy me quito el sombrero y te envidio por haber estado ahí antes que yo… Mira que me lo planteé el año pasado, pero al final la opción fue Egipto… Eso sí, la próxima vez que intentes hacer de explorador o de trotamundos, mejor deja las Ray-Ban en Arturo Soria y el sombrerito en Coronel Tapioca…
Petra es una maravilla que espero poder visitar algún día. Me enamoró desde que la vi como escenario de «Indiana Jones y la Última Cruzada» (donde al final estaba el cáliz).
Espero poder imitar algún día a tu amigo Mateos. 🙂