Ayer se conocía el cierre de Megaupload por el FBI y el encarcelamiento de sus principales responsables. Justo en ese momento, la red empezaba a arder de nuevo y aún hoy lo seguirá haciendo. Gran parte de las opiniones que leía (la mayoría) me parecían desmesuradas y demagogas; comparar el cierre de megaupload con Guantánamo me parece excesivo e innecesario.
Está claro que las consecuencias del cierre de este tipo de webs son importantes y que los que pierden (como casi siempre) son los usuarios. Pero la cuestión principal para mí es si ahora industria y usuarios serán capaces de dar un paso más para defender el mayor acceso a la cultura por el que todos nos rasgamos las vestiduras y una de las grandes cualidades que amamos de internet.
Anoche hablaba con Xosé y Antonio en Facebook de este tema en una conversación de la que saqué reflexiones importantes. Xosé escribía en su muro:
El cierre de Megaupload no es sino la mejor oportunidad para que la industria ofrezca un servicio -siquiera- parecido y a un precio asequible. ¿Diez euros al mes para un Netflix global? ¿Tampoco pagaríamos ni eso? ¿De verdad somos tan ratas y ellos tan arcaicos?
Dijo justo lo mismo que estaba pensando yo. Muchos me crucificarán, pero no me parece mal el cierre de Megaupload en sí mismo. Es más, creo que es normal que lo cerrasen. No soy una experta en leyes y comprendo el argumento de que enlazar no es delito y que los que colgaban los archivos no eran los dueños de la web, pero era descarado que el uso que se hacía de este servicio era en el 99% de las veces relacionado con contenidos con derechos de autor.
Yo misma uso Megaupload, cuevana.tv o Series Yonkis de manera intensa (veo al menos un capítulo de alguna serie al día), pero sabiendo que hago algo que no está bien. La pregunta es ¿por qué lo hago? Sencillamente porque la industria no me ofrece una alternativa razonable la mayoría de las veces para acceder a esos contenidos de manera fácil y a un coste lógico. Cuando lo encuentro, pago por esos contenidos sin problema. Alquilo películas con frecuencia en itunes a mayor calidad, compro libros en edición electrónica en Amazon y en los últimos meses he comprado 5 discos de música en itunes a 0,99€ por canción.
Son costes razonables. Igual es que soy demasiado optimista, pero quiero creer que la gente estaría dispuesta a pagar por consumir los contenidos que quiere siempre que se los ofrezcamos con los accesos que exige la tecnología actual y a un precio asumible. Retomo aquí lo que le decía Enrique Dans a Lucía Etxbarría hace unas semanas y que suscribo al 100%:
Lo que deberías hacer es tratar de hacerle una propuesta que no pudiese rechazar: que tu obra estuviese disponible de manera tan sencilla para él o ella, que no le compensase irse a buscarla por ahí.
La cuestión principal ahora es saber si la industria está dispuesta a ofrecer los contenidos en esas condiciones y por desgracia, hasta ahora parecen negados a hacerlo. Les parece que la solución es cerrar páginas que distribuyen de manera ilegal pero sin presentar alternativas nuevas, permaneciendo anclados en el pasado y defendiendo un modelo de distribución que ni funciona ni va a volver a funcionar. Los datos de negocio de megaupload no deberían darles miedo, deberían darles envidia.
Hay quienes han sabido montar un nuevo sistema de distribución que deja beneficios. ¿Qué pasaría si, en lugar de demonizarlo, condenarlo y destruirlo, aprendieran de él para montar algo similar que supliera las demandas? La industria hasta ahora ha perdido esa oportunidad o la ha ignorado, pero quiero creer que algún día recogerán el guante. Llamadme optimista.
El problema ahora mismo para los usuarios como yo es: ¿quién me va a ofrecer ahora mismo los contenidos que descargaba de Megaupload? ¿cómo voy a conseguir ver el lunes los capítulos de las series americanas que emiten el domingo por la noche? Si conseguimos que salga una alternativa buena, ganaremos todos. ¿Funcionará YouZee? Si nadie lo ofrece, la cultura volverá a salir perdiendo. Queremos otra forma de comprar y que ellos cambien la forma de vender.
Ilustración: Alex Dukal