Esta ha sido mi primera semana como CPO en Bdeo después de tomar la decisión de que necesitaba cambiar de trabajo. Durante las semanas que dediqué a conocer proyectos para ver cuál quería que fuese mi próximo paso, una de las cosas que más me ayudó fue hablar con gente y hacerles preguntas. Muchas preguntas.
En esas semanas de quedar (virtualmente) con mucha gente para que me ayudasen a aclarar mi cabeza me di cuenta de que una de las cosas que más echo de menos con esto del covid-19 es ir a eventos. Pero no echo de menos todo, echo de menos sólo «algunas» cosas. No se si también a vosotros os pasa.
La cuestión es que he llegado a la conclusión de que lo que más echo de menos de esos eventos es la posibilidad de preguntar a gente de la que quiero saber más cosas. Y he acabado montándome en mi cabeza una idea de cuál sería mi evento ideal.
Creo que hay algunas cosas «rotas» en el mundo de los eventos. Y ya que estamos he pensado ¿sería muy loco intentar montar el evento al que a mi me gustaría ir? Mi amigo JL Antúnez siempre dice que una de mis características es que ayudo a que las cosas pasen, así que aquí está mi culo inquieto dándole vueltas a la idea.
Este es un post para contaros la idea. Necesito que me digáis si tiene sentido y lo hago o que me bajéis de la nube y me digáis que me deje de tonterías. Allá voy.
Cuando voy a eventos, hay 3 cosas que siento que de alguna manera fallan:
A cada ponente se le acaba identificando con un tema y acaba siendo común ver a la misma gente hablando de la misma cosa una y otra vez.
Me pasa a mi misma. De las pocas veces que he hablado en saraos, la mayoría han sido sobre automatización de marketing B2B. Creo que acaba siendo un poco rollo para quien habla y para quien escucha.
Hay poco tiempo para lo más interesante: preguntar y debatir ideas
Muchas veces me quedo al final de las sesiones con una sensación de coitus interruptus. Cuando está llegando lo interesante, cortan porque «vamos con mucho retraso» y acabas un poco frustrado porque te han dejado con la miel en los labios. Quieres preguntar pero no puedas.
No hay una configuración de programa abierto
Me explico. Todos los organizadores se dejan los sesos en pensar a quién traer y de qué podría hablar. Y creo que por eso muchas veces acaban secos de ideas y dejan de convocar ediciones de eventos que molaban mucho al inicio. Se agotan, normal.
Hay demasiada gente
Esto es complicado. Todos queremos ir a escuchar a la gente que mola de verdad. Pero en un evento con 150 personas es imposible abrir debate y que el momento de preguntas y respuestas sea enriquecedor.
Pero ¿qué pasaría si hubiera un evento donde el público propone ponentes, dice de qué quiere que hable esa persona y la configuración de la agenda pone la mayoría del foco en la parte de preguntas?
A mi un evento así me encantaría. Mi madre siempre dice que soy muy preguntona pero creo que este mundillo está lleno de preguntones. ¿Y si montamos un evento para ese club de preguntones?
Me imagino «El club de los preguntones» más o menos así
Arrancar online
Si me animo a montar eso, el MVP sería desde luego online. Si me tengo que meter en logística se que no lo haré nunca y, además, con la situación actual es directamente inviable. Pero es que además… lo mismo funciona por lo sencillo que será conectarte desde donde te de la gana.
La temática la deciden los asistentes
En un google drive compartido la gente da ideas de a quién le gustaría escuchar y de qué temas. Así nadie se queda seco de ideas y además rompemos la tendencia de escuchar a alguien hablando siempre de lo mismo.
En vez de un tema, píldoras de varios
Digamos que se eligen 3 temas de entre todos los que haya propuesto la gente. Eso da la opción de quedarte con píldoras clave de cada ponente y profundizar más cada uno en casa sobre la que más le interese.
Más protagonismo a las preguntas y al debate
Digamos que cada evento dura 1 hora. El ponente tiene 5 minutos para hablar de cada uno de esos 3 temas. Los 45 minutos restantes lo que haremos será lanzarle preguntas y abrir debate sobre las que más interés parezcan despertar.
Petit comité y dos tipos de asistentes
Para que el debate y las preguntas sean los protagonistas hay que limitar el número de gente que puede interactuar en directo. Digamos que hubiera 10/15 personas con capacidad para hablar con el ponente y que el resto son meros oyentes.
Cuando te inscribes, decides qué tipo de asistente quieres ser. Porque oye… igual a un ponente te apetece hacerle mil consultas y a otro simplemente escucharle.
Por ahora sólo he comprado el dominio preguntones.club. Ahora os toca a vosotros. ¿Podría molar? ¿Me acabo de montar una paja mental épica? ¿Te apuntarías al club de los preguntones? ¿Lo hacemos y ya vemos?
Update 24 horas más tarde… He montado un MVP. Echa un vistazo a Preguntones.Club, dime qué te parece y ¡apúntate si te mola!
Hoy no es un lunes cualquiera. Cumplo 38 veranos y además arranco la que será mi última semana en Aplazame. Nada más, nada menos.
Esto empezó siendo un artículo para compartir con vosotros una reflexión que llevaba meses en mi cabeza: ¿cuándo hay que plantearse cambiar de trabajo? Al final tiene también bastante sabor a despedida de una etapa profesional que ha sido alucinante. Supongo que era inevitable.
Desde hace unos meses estaba dándole vueltas a cuándo es el mejor momento para tomar la decisión de dejar un proyecto y saltar a otro. No es una decisión fácil, especialmente cuando el proyecto que abandonas ha sido el mayor y mejor viaje profesional hasta la fecha.
Hacer balance
El viernes digo adiós a Aplazame después de 4 años y 6 meses. Ha sido una etapa de una intensidad no comparable con nada que hubiera hecho antes. He tenido la suerte de vivir cosas que -ojalá me equivoque- dudo que vaya a volver a tener la oportunidad de vivir en primera persona.
Llegué a Aplazame cuando el equipo eran 6 personas en la habitación de un coworking. Hoy dejo un equipo que roza las 90 personas ¡y subiendo!
Aquí he tenido la oportunidad de crecer y pasar por etapas que considero un auténtico regalo. Pude montar la estrategia y el equipo de marketing desde cero, automatizando todo el ciclo de captación y nurturing de leads y fidelización de clientes con bastante éxito. He ayudado a crear y escalar la función de operaciones y atención al cliente de 0 a más de 10 personas.
Y, sobre todo, he montado y ayudado a crecer el equipo de diseño y gestión de producto desde no tener product owners ni diseñadores hasta ser un equipazo de 4 product owners que lideran 4 squads brutales de desarrollo y 2 diseñadoras que están creciendo como auténticos cohetes.
He vivido 4 due diligences, 2 binding offers y el proceso de adquisición por parte de WiZink hace justo ahora 2 años. Soy consciente de que eso es algo que pocas startups viven.
Aprender a soltar
Hace 4 años Aplazame era un único producto, un checkout delicioso con un panel de control para los comercios. Desde entonces, he tenido la suerte de liderar la ideación, ejecución y lanzamiento de dos productos más y una APP que ya ha empezado a transformar el sector del crédito instantáneo bien hecho en España. Me encontré Aplazame con un producto B2B que he hecho crecer y además lo dejo con una propuesta de valor B2C lanzada y con un equipo con el reto y la sobrada capacidad de hacerla crecer todo lo que se merece.
Durante todo este tiempo, mi obsesión ha sido cumplir siempre la mejor expectativa de nuestros clientes en todas las dimensiones que me tocaban (producto, atención al cliente y marketing). Fer me contagió la obsesión por dar a la gente productos de crédito honestos, transparentes y justos para ayudarles a comprar lo que les hace estar mejor.
Para mi, lo sexy de Aplazame es el «qué»: su propósito, sus principios, sus valores. Y el «cómo»: su cultura, la pasión por el producto hecho con honestidad y la filosofía de experimentación y aprendizaje.
Ahora el proyecto necesita otras cosas para seguir creciendo. La empresa ha entrado en una nueva fase. El market fit está más que probado y toca centrarse en crecer y maximizar la rentabilidad. Aplazame necesita mantener ese propósito y sus principios, pero se enfrenta a un reto más de ejecución, estandarización e integración. Procedimentar y escalar más, iterar y experimentar menos. Más planificación, menos exploración.
Ser honesta contigo misma
Podría seguir mucho tiempo más en Aplazame. Tengo la confianza de la dirección de WiZink que me da muchos grados de libertad para pensar en producto, quedan retos interesantes como hacer crecer la APP o la internacionalización y hay un equipazo con el que da gusto seguir aprendiendo cada día.
Sin embargo, tengo que ser honesta conmigo misma. La fase en la que Aplazame ha entrado no es la fase en la que yo más puedo aportar ni en la que más me divierto. Y aquí estamos para divertirnos, además de para ganar dinero. Lo responsable es dar el relevo a alguien para quien la nueva etapa sea tan ilusionante como ha sido para mi toda esta aventura.
¿Cuándo y cómo te das cuenta de que quizás es hora de cambiar de trabajo?
En realidad era esto lo que había venido a contaros. Soy bastante racional en mis decisiones, así que suelo analizar cuándo, cómo y por qué hay que dar por terminada una aventura para buscar la siguiente.
Es algo súper personal, pero os comparto algunas de las observaciones que me han hecho tomar esta decisión.
Empieza a no molar que llegue el lunes. Me resisto a odiar los domingos. ¿Por qué vas a odiarlos si el lunes en el trabajo te lo vas a pasar bien? Cuando un domingo por la noche te da pereza e incluso llegas a agobiarte revisando el calendario de la semana que arranca, es que algo va mal.
Los días dejan de pasar volando porque te lo pasas pipa trabajando en algo que te apasiona. En lugar de el viernes pensar «¿quién me ha robado la semana?» estás desde el martes en modo «ya queda menos para el finde». Trabajas permanentemente deseando dejar de hacerlo. Tu motivación no es trabajar, son las vacaciones.
Tu día a día empieza a ser cómodo. Te dedicas más a gestionar que a responder preguntas cuya respuesta no sabes y debes averiguar. Y por eso empiezas a dejar de aprender algo nuevo cada jornada. Te dedicas a transmitir conocimiento acumulado que ya tienes (porque eres de los más «viejos» de la compañía) a los demás, pero adquieres menos conocimiento nuevo del que es necesario para mantener tu motivación y tus ganas arriba.
Sientes que tu coste de oportunidad supera a tus ganancias. A ratos crees que podrías aportar más en otro contexto, tienes la intuición de que tus capacidades están relativamente infrautilizadas o crees que podrías ser más útil contribuyendo en otro proyecto. Lo que pierdes por posponer la decisión de marcharte es mayor que lo que ganas quedándote. Tu pepito grillo no deja de recordarte que llevas demasiado tiempo dejando pasar la oportunidad de sumarte a un nuevo proyecto.
El rendimiento marginal de la aventura es decreciente. Casi todo lo positivo que podía darte esta aventura ya ha sucedido. Lo que venga en adelante aportará cierto valor seguro, pero proporcionalmente ese valor irá a menos a medida que tu tiempo en el proyecto se alargue.
Sientes que necesitas ponerte a prueba en un nuevo contexto. Con el tiempo, las compañías se amoldan a las personas que las lideran y dejan de retar a los managers. Creo que he tenido éxito en un contexto concreto como Aplazame, pero ahora tengo que demostrar y demostrarme que puedo replicar ese éxito en un contexto completamente nuevo y de distinta naturaleza.
Notas que tu implicación con la estrategia y la visión a largo plazo va a menos. Igual hay alguna decisión estratégica que no compartes pero decides pelearla menos, ser menos challenger de lo que naturalmente eres. Es un síntoma de que, de alguna manera, el proyecto ha perdido importancia para ti.
Dejas de tener la sensación de estar rodeado continuamente de gente que te inspira. ¡Ojo! No digo que no trabajes con gente alucinante, pero están más centrados en sacar trabajo a paladas que en retarse unos a otros para lograr en cada ámbito siempre la solución excelente. Y seguramente tú también has dejado en parte de inspirarlos a ellos, porque eso se contagia. Es el resultado de valorar más la ejecución en tiempo que la obtención de la mejor experiencia posible y la superación continua de la expectativa de tus clientes.
Necesitas contagiar a otros. Has aprendido tanto de cosas que consideras tan importantes para otras compañías que sientes casi el deber ético o moral de llevarte esas prácticas a otro sitio. Ahora mi obsesión es impregnar a otras empresas de esa cultura centrada en el producto y el valor que añades con él a tus clientes; de ese enfoque en el que la misión, los principios y los valores son los que te obligan a superar siempre la mejor expectativa de tus clientes en cada interacción. Quiero y necesito crear cultura de producto, principios y propósitos en un nuevo entorno.
Sensación de pérdida. Cuando piensas en irte, todavía hay muchas cosas que sabes que vas a echar mucho de menos y que te cuesta dejar. Si te vas de un trabajo sin sentir que pierdes nada, es que te vas demasiado tarde.
Ser agradecida
En unas semanas empiezo una nueva aventura. La afronto con un profundo respeto pero con mucha ilusión y ganas. Seguro que os lo puedo contar muy pronto 🙂
Cierro esta etapa con una sonrisa enorme, un agradecimiento eterno y alguna lagrimilla en los ojos (ahora que nadie me ve).
He aprendido más en Aplazame que en el mejor MBA del mundo. Prometo terminar un post que lleva tiempo en borrador donde cuento lo mejor que he aprendido aquí.
Gracias a Fer por haber confiado en mi absolutamente todo, por haberte convertido en la mejor persona de referencia que puedo tener y por haber creado un contexto de confianza que me ha permitido crecer donde y como he querido en cada momento. Haber aprendido a hablar de producto, cultura, honestidad, sensatez y ethos habría sido imposible sin ir de tu mano.
Gracias Jorge por las largas reflexiones, confidencias y la ilusión compartida por aprender a ser mejores managers cada día. Gracias Gonzalo por enseñarme que desarrollar producto con un estándar de calidad y exigencia sin un CTO que lo entienda como tú y transmita los retos al equipo técnico con tanta claridad es imposible. Me quedo con el aprendizaje de una obviedad como que producto sin una relación muy cercana y sincera con tecnología no puede existir, y viceversa. Ana sin Gonzalo no habría logrado ni la mitad de los retos. Gracias Rocío por hacer que Aplazame, además de trabajo, sea familia y amistad ya para siempre. Honestamente no se cómo me las voy a apañar sin tus carcajadas, tus ganas, tu paciencia y tu apoyo incondicional. No tenerte cerca es uno de mis grandes miedos.
Gracias Manu, Cristian y Patri por enseñarme a valorar la pasión por la atención al cliente. Gracias Leti por la exigencia, la crítica y las ganas de remar y sumar siempre.
Gracias Irene por la excelencia, la capacidad de superación, el trabajo incansable y la responsabilidad que pones en todo. Gracias Emilio y Eva por tomar el relevo de manera tan magistral y ambiciosa. Ojalá Eva haberte tenido cerca más tiempo para seguir aprendiendo con tus propuestas. Fue una coincidencia demasiado breve.
Gracias Manu, Andrea y Belén por enseñarme mucho de lo que se de diseño y dar y recibir feedback para crecer con tan buena disposición y elegancia. Vuestra eterna paciencia para iterar siempre una vez más es una de las claves para la fantástica experiencia de usuario que alcanzamos siempre. Gracias Harek, Javi, Athenea y Elena por ayudarme a montar el mejor equipo de product management que Aplazame podía tener. Es exquisito defender ideas y principios y hacerlas realidad a vuestro lado. Gracias por adaptaros a mi honestidad, mis exigencias y mi manera de entender el producto con tanta flexibilidad y responsabilidad.
Gracias a todo el equipo de desarrollo, por soportarme en las demos, en los sprints plannings y demostrar excelencia, dedicación y constancia cada puñetero día. Jesús, Javi, Sergio, Héctor, Hugo, José Enrique, Antonio, Jasuch, Pedro y todos los demás… sois alucinantes (a pesar de los troleos dados y recibidos).
Gracias a todo el equipo (quedan muchos de ventas, finanzas, legal, HR….) por entender, soportar y seguir mi exigencia, mi intensidad, mi culo-inquietismo, mis bromas y mi manera de liderar desde la honestidad, la transparencia, la confianza, la autonomía y la libertad.
Ojalá los caminos se crucen en algún otro momento. Y si no es en lo profesional… ¡siempre nos quedarán los bares! Gracias y hasta la próxima.