Películas para conocer Irlanda (IV): Once

Once no es una película con una gran historia detrás. O sí. Es triste a la vez que alegre, deprimente y al mismo tiempo esperanzadora; una de esas historias en las que parece que no pasa nada pero pasa todo.

Es una historia corriente contada con sencillez. Un joven dublinés que intenta abrirse paso en el mundo de la música mientras trabaja en una tienda arreglando aspiradoras. Una joven extranjera que trabaja en lo que puede y vende flores en Grafton. Sus caminos se cruzan gracias a la música y eso convierte a la película en una banda sonora alucinante.

Lo mejor es que rodarla costó 130.000€ y, entre muchos otros, se llevaron en 2007 el Óscar a la Mejor Canción Original.

Es fabuloso verla cuando llevas tiempo viviendo en Dublín. Está rodada de manera simple, sin grandes planos ni artificios, y eso te permite reconocer las calles de Dublín tal como las paseas día a día. Con las mismas tiendas, los mismos ruidos, los mismos mendigos, los mismos turistas, los mismos artistas callejeros con los que me suelo cruzar cuando voy a Grafton Street, a Temple Bar o a O’Connell Street.

Y de paso, confesaré que me he enamorado de esta canción.

 

También necesitamos introvertidos

Estamos acostumbrados a trabajar en equipo, con gente extrovertida, a compartir mesa, reuniones e intercambiar puntos de vista. Pero no todo el mundo es así; y tampoco tiene todo el mundo por qué serlo. Los introvertidos son necesarios. Es lo que dice Susan Cain y yo lo comparto.

In a culture where being social and outgoing are prized above all else, it can be difficult, even shameful, to be an introvert. But, as Susan Cain argues in this passionate talk, introverts bring extraordinary talents and abilities to the world, and should be encouraged and celebrated.