Cosas que no cuestan casi nada

Hacer un regalo, por ridículo o barato que sea, me pone de buen humor; es más, me hace feliz. Si encima lo haces sin motivo aparente, sin que sea una fecha señalada, sin que la otra persona lo espere, me hace doblemente feliz. Si para colmo no iba buscando el regalo, sino que simplemente me he cruzado con algo por la calle que me ha hecho pensar en otra persona y sencillamente he decidido comprarlo porque se que le gustará, la felicidad es triple. Y ¡llamadme loca! pero incluso puede ser felicidad cuádruple cuando das ese regalo y lo reciben con cara de sorpresa y agradecimiento sincero.

Hoy he sentido esa cuádruple felicidad por el módico precio de 5 euros y me ha servido para recargar pilas pensando en cuánto mejor nos iría si nos apoyásemos más en esas cosas de valor que no cuestan nada o prácticamente nada.

Iba de camino por O’Conell Street a mi clase particular en Parnell Square. Mientras hacía tiempo -porque he llegado 15 minutos antes, como de costumbre- he entrado en una gran librería que me encanta y que me pilla justo al lado. Confieso que, de no ser porque no tengo forma económica de llevarlos después a España, compraría ahí montones de libros. Es de esos sitios que acumulan libros y de vez en cuando venden los que cuestan 100 euros (libros de viajes, fotografía, países -que son mis favoritos-) con una encuadernación excelente a un precio de risa.

En un pasillo de libros de fotografía me he encontrado con un libro que pensé que le encantaría a mi madre irlandesa. No es fanática de la lectura, pero sí de la televisión, especialmente del canal nacional RTE que pasa mucho tiempo viendo cuando fuera llueve. «Off Camera: Images of the early years of RTE Television«, un libro que hace un recorrido por la historia de los primeros 50 años de vida de la cadena a través de fotografías.

Lo miré, fuí directa a la caja y lo compré por 4’45 euros. He llegado a casa y se lo he dado. Se ha emocionado y ha soltado unos veinte ‘Oh my god!‘ de alegría mientras ojeaba las primeras páginas. No podía creerse que existiera un libro de fotos que le trajera de repente a la memoria 40 años de su vida.

Hemos cenado con el libro en la mesa y ha empezado a contarme una tras otra historias del país, de su cultura y de su infancia, adolescencia y juventud a partir de las fotos de programas, políticos, famosos y desconocidos que pasaron por delante de las cámaras hace entre 20 y 50 años.

Después he salido a dar un paseo. Y cuando he vuelto, me la he encontrado con las gafas puestas, leyendo y con más historias que contarme. De hecho, ya había ido a enseñárselo orgullosa a su vecina mientras yo estaba fuera. Me ha costado cortar la conversación para subir a dormir. Hemos quedado en que mañana me contará más. Sospecho que el libro valdrá para varias conversaciones. Y después, tendré que empezar a buscar el segundo volumen.

«Carmina o revienta», el experimento de Paco León

Siempre he pensado que grabando un trocito de la vida de cualquier familia española podía salir una película interesante. Casi siempre lo que nos hace pensar y reir más es lo que tenemos justo delante de nuestros ojos. A menudo nos perdemos buscando grandes cosas y nos olvidamos de lo que tenemos en nuestro día a día.

Paco León ha hecho una película de lo obvio. Ha montado una historia que podría ser perfectamente real, ha convertido lo cotidiano en algo fabuloso narrado con un guión ingenioso y brillante por sencillo. No comparto tanto que tenga carácter de documental. Un documental es algo más, tiene una intención. Para mí, lo genial de «Carmina o revienta» es que no pretende ir más allá de hacerte reír con lo sencillo. Planta una cámara delante de un personaje interesante, lo deja hablar y sale una historia hablando de lo típico, lo cotidiano.

Lo extraordinario de la película es precisamente que sea ordinaria. Puedo imaginarme a muchas señoras parecidas a Carmina que podrían contar historias igualmente merecedoras de una película así si simplemente las dejásemos hablar de manera natural mientras las grabamos.

Un 10 para los diálogos. Sobre todo para los de Carmina consigo misma. Pensar que es la primera vez que actúa te hace pensar en el talento innato que muchos tienen. Creo que es el caso. Y para colmo la han grabado en 11 días y con 100.000 euros de presupuesto.

El propio Paco León se ha arriesgado mucho con el estreno. Lo explicó en el Festival de Cine de Málaga. Y ayer saltó la polémica cuando anunció que la cinta se estrenaría hoy al mismo tiempo en salas e internet. Muchos distribuidores han decidido sacarla de cartelera. Ellos se lo pierden.

Rafa lo explica en su blog:

Paco León ha decidido cambiar las reglas del juego y su película está disponible en internet. Disponible como debe estar. Con el mejor método antipiratería que existe: poner las cosas a un precio asequible y adecuado a la forma de distribución para que todo el mundo pueda llegar a ella.

La industria del cine español, en cambio, ha vuelto a demostrar que vive en el siglo pasado. Paco ha decidido que cada uno pueda ver la película donde quiera: el que quiera verlo en una sala de cine, a pantalla gigante, con palomitas, saliendo de casa, convirtiéndolo en un evento social. El que, en cambio, quiera disfrutarla en su casa, también tiene la opción por un precio adecuado al formato de distribución: internet, televisión a la carta, y DVD.

Yo acabo de verla en filmin después de pagar 1’95 euros. Haced lo mismo y después comentamos.