Había pensado ilustrar este post con fotografías de los niños a los que estuvimos cuidando y enseñando Nata y yo durante un mes en San Ixtán (Jutiapa, Guatemala). Pero no he podido. He pensado por un momento en qué habrá sido de ellos y me ha dado un escalofrío.
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Me sorprendo hoy al escuchar hablar de robo de niños en Guatemala. Al parecer, se suceden las denuncias de menores que han sido raptados por bandas organizadas para después ser adoptados ilegalmente en el extranjero. En los primeros 6 meses de este año, ya se han registrado 230 denuncias por sucesos de este tipo en el país, tal y como ha denunciado Nidia Aguilar, directora de la Defensoría de la niñez y la juventud de la Procuraduría de los Derechos Humanos.
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Además, se sospecha que estas bandas puedan también robarlos para la explotación sexual o por tráfico de órganos. El pasado 15 de junio en Chiquimula se encontró el cadáver de una niña de 9 años a la que habían sacado el corazón y otros órganos.
El pasado lunes, un hombre fue quemado vivo en una comunidad indígena al norte del país (Sayaxché, Petén) tras ser acusado por sus vecinos de robar niños y venderlos. Con éste, ya son 15 los casos de linchamiento en el año, gran parte de ellos relacionados con el robo de niños. Lo amarraron en el parque municipal para que denunciara al resto de integrantes de la banda, lo rociaron con gasolina y le prendieron fuego.
Este suceso, como la mayoría, se ha registrado en una zona de mucha violencia y más que escasa presencia de fuerzas de seguridad. Esta localidad, en medio de la selva de Petén, está también vinculada con el narcotráfico (la selva proporciona buenas y ocultas pistas de aterrizaje) y es una zona de mucha delincuencia.
La población y el Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) señalan que todo esto es una muestra de la inoperancia de la policía y la inseguridad que padece el país. Actuaciones como los linchamientos que se vienen produciendo son producto de la desesperación y la psicosis colectiva que sufre la ciudadanía ante la inoperancia de las fuerzas de seguridad.
Las organizaciones humanitarias contabilizan unos 650 linchamientos en los últimos 10 años, en apartadas comunidades indígenas del país sin presencia de autoridades.
Mientras todo esto se arregla o se termina de estropear, yo prefiero quedarme con el recuerdo de mis niños de guatemala; sus risas; sus caras de alucine cuando les enseñábamos ortografía, geografía o hasta cómo poner la mesa; sus travesuras; la lucha para darles de comer; la sonrisa que lográbamos sacarles a los que ingresaban nuevos totalmente desnutridos después de varios días en el centro; lo que nos hacían pasar con sus pañales; su olor por la mañana; lo que nos reíamos cuando se nos subían 15 encima a la vez; las leches que se pegaban unos a otros; el batido de maíz a media mañana;…. Todos y cada uno de esos momentos imposibles de resumir que nos hicieron pasar un mes inolvidable aunque duro.
Y del país, me quedo también con lo bueno. Los jugos de fruta en el hotel, los colores de Antigua Guatemala, el humo en el avión camino de las ruinas de Tikal, la selva de Petén, la locura del viaje a la costa del pacífico en un camión de cerdos, el calor, los bichos por la noche, el frío de las duchas de agua fría, las jornadas de los domingos, el mercado de Chichicastenango, la tormenta en el lago Atitlán….