RACISMO

En los últimos días, no hago más que escuchar noticias que me dejan claro el nivel de racismo que sigue existiendo. Todo esto me hace plantearme muchas cosas y a la vez me hace sentir asco pensar que existe todavía gente así.

El sábado hablando con mi hermano que está de Erasmus en Suiza comentábamos el tema de las elecciones en este país. La verdad es que tengo que reconocer que no estoy al día de los problemas de Suiza, pero ya tenía noticias de que es un país donde hay algunos sectores bastante xenófobos.

Siendo así, supongo que no debería sorprenderme que un partido de extrema derecha y discurso racista haya ganado las elecciones. Lo que sí me ha sorprendido ha sido lo que me contaba Alberto de que toda Suiza estaba «forrada» con los carteles de campaña de este partido. En él, se veía cómo un grupo de ovejas blancas expulsaban de su territorio a patadas a una oveja negra. Todo esto con la aclaratoria frase de «Por tu seguridad«.

 

Ahora en barcelona hemos visto una nueva cara -más cercana- del racismo. Un joven ha insultado y golpeado en la cabeza a una niña ecuatoriana sin más motivo que el ser de otro país. Ahora dice que estaba borracho, pero en las imágenes que se han visto por televisión parecía tener el suficiente equilibrio y puntería. La fiscalía de momento ha ordenado su detención.

Hablando con gente, surge el debate de si alguien debería haber ayudado a la chica. Las opiniones son muy diversas. Por un lado, hay quien considera inadmisible que el otro chico que estaba en el tren no saliese en defensa de la niña. Por otro lado, somos muchos los que consideramos que no es cuestión de negar ayuda a nadie, sino que con un tipo así, una persona sola no tiene nada que hacer y puede llegar a correr el mismo peligro.

Para rematar, acabo de leer que ha muerto un joven en Valencia por intentar mediar en una pelea. Un hombre estaba agrediendo a su novia, el chico vió la escena e intentó socorrerla. Recibió un puñetazo y, tras varios días en el hospital, ha muerto.

No se si seré una cobarde, pero creo que si yo hubiera estado sola en el vagón de Barcelona, tampoco habría ayudado a la chica. Si hablamos de un vagón repleto de gente, es otra cuestión.

CASUALIDADES DE LA VIDA: La mini-excursión del desayuno

Casualidades de la vida. Hace unos días empecé a ver en televisión la nueva campaña del gobierno para fomentar los buenos hábitos de la gente al desayunar. Ésta es una de las comidas más importantes del día y yo personamente suelo desayunar bien. Entiendo que es una sana costumbre que hay que fomentar porque, por eso de las prisas, hay quien sale de casa sin desayunar o quien lo hace mal y a la velocidad del rayo.

Casualidades de la vida. Ayer leí un reportaje que decía que una de las cosas que más irrita a los empresarios y a la clase directiva de las empresas en general es el absentismo laboral en cualquiera de sus facetas. Resaltaban que parte del problema es el «absentismo parcial» que se produce en muchas oficinas a ciertas horas de la mañana cuando la gente sale a desayunar.

Casualidades de la vida. Yo siempre he desayunado en casa porque en mis trabajos no me dejaban salir (más que nada porque había que fichar a las entradas y salidas de la oficina y sería bastante evidente). Tan sólo cuando trabajé en OMD nos daban el desayuno en la cafetería de la oficina, pero lo organizaba la empresa y ya se encargaban de que ese tiempo lo trabajásemos antes o después.

Casualidades de la vida. Esta mañana no he venido a trabajar hasta las 10.30 de la mañana; no por placer sino porque hasta esa hora el catarro que se ha instalado en mi cuerpo no me ha dejado moverme. Cuando venía de camino a la oficina, he tenido una de esas sensaciones que te hacen sentir una de las personas más idiotas del planeta.

Me he acordado de «Desayuno con diamantes», no por la película en sí, sino por el título. Me explico. Se de sobra que hay mucha gente que sale del trabajo a desayunar con sus compañeros de oficina, pero las imágenes de hoy me han parecido demasiado.

A esa hora, he visto grandes grupos de gente que deduzco son compañeros de trabajo desayunando en cafeterías tranquilamente. Por la calle, había miniexcursiones de los que ya habían desayunado y volvían a los ordenadores, y de los que salían en busca del café y las tostadas.

Todos con cara de felicidad, de relax, de no estar estresados. He entendido por qué llamar a cualquier sitio entre las 9.30 y las 11.00 de la mañana es inútil porque la gente siempre ha salido. Dudo que todos los que estaban en la calle sean funcionarios. Lo digo por eso de romper el estereotipo.

En mi oficina nadie sale a desayunar. Debemos ser de esos pocos que no tienen ningún «Desayuno con diamantes» y que a esas horas nos dedicamos a trabajar. ¿Somos los más idiotas del lugar?

En fin, se que muchos me tacharán de rara… pero qué quieren que les diga, a mí eso de perder una hora de trabajo desayunando cada día por costumbre, la verdad es que no me parece. ¿Será que los jefes les descuentan una hora cada día del salario?