LOCO MUNDO: EL HOMBRECILLO

Este Papa que tenemos tiene sólo una cosa buena: cada vez que habla, consigue hacerme reír. Ahora dice que existen nuevos pecados y por tanto, nuevos pecadores. Lo único malo es que creo que de estos nuevos pecados no se salvan ni siquiera ellos, así que más vale que San Pedro se tome unas vacaciones indefinidas y que a Satanás lo pongan a jornada completa con bastantes horas extras.

 

Dice ahora la Iglesia que «uno no ofende a Dios sólo al robar, blasfemar, o desear la mujer del prójimo, sino también cuando uno daña el medio ambiente, participa en experimentos científicos dudosos y manipulación genética, acumula excesivas riquezas, consume o trafica con drogas, y ocasiona pobreza, injusticia y desigualdad social«.

 

Dice Gianfranco Girotti que algunas de las cosas que más preocupan son la acumulación de riqueza, el aborto y el abuso de menores. ¿Habrán hecho autoexamen dentro de la propia casa? Vale que drogarse, ser injusto o dañar el medio ambiente pueda llegar a ser pecado, aunque lo dudo. Pero ¿ser rico? ¿manipular genéticamente para beneficio de todos? ¿participar en experimentos? A este ritmo, lo mismo comer caramelos también es pecado… total, ya puestos…

Y en cualquier caso, ¿la Iglesia va a venir a hablarnos de acumulación de riquezas, de desigualdad o de abuso de menores? Venga hombre…. A ver si evolucionan un poquito y se acercan más a los cristianos del siglo XXI….

CUSANERO, AL BANQUILLO

El ex comisionado militar Felipe Cusanero será el primer represor guatemalteco llevado a juicio por la desaparición forzada de varios civiles durante el conflicto armado interno.

 

Cusanero fue colaborador del Ejército de Guatemala y se tendrá que enfrentar ahora a un juicio por las desapariciones forzadas de seis personas en plena guerra civil. Es un juicio por la desaparición de seis indígenas kaqchiqueles guatemaltecos entre 1982 y 1984.

 

Según la denuncia, los seis kaqchiqueles fueron detenidos de forma ilegal por Cusanero, acompañado de militares y de patrulleros civiles, y hasta ahora se desconoce su paradero, aunque los familiares creen que sus restos puedan estar dentro del destacamento castrense de Chimaltenango. Según la acusación particular, Cusanero Coj dirigió a las patrullas que secuestraron a los campesinos. Siguiendo el patrón represivo de la época, se cree que los campesinos fueron torturados hasta la muerte y después sepultados en fosas clandestinas. Según el sumario, Cusanero supuestamente actuó en ocasiones acompañando a militares uniformados y guiándoles hasta el domicilio de las víctimas. En otros casos, se encargó de dirigir personalmente grupos de paramilitares patrulleros de Autodefensa Civil para la captura de los desaparecidos.

 

Tal como informa hoy El País, los orígenes del proceso reiniciado ayer se remontan a 2003, cuando un grupo de pobladores de la aldea Choatalum (San Martín Jilotepeque, 150 kilómetros al oeste), una comunidad de la etnia kaqchiquel, con el asesoramiento de la Asociación de Familiares de Detenidos-Desaparecidos de Guatemala (Famdegua) y del Centro de Acción Legal para los Derechos Humanos (Caldh), iniciaron el proceso legal.

 

La figura del comisionado militar es de ingrata memoria entre el campesinado guatemalteco. Antes de la guerra civil, los comisionados eran los responsables de cazar a lazo —literalmente— a los mozos que eran requeridos por los cuarteles para el servicio militar. Sus criterios eran claramente discriminatorios: sólo eran reclutados los indígenas y los campesinos mestizos más pobres.