Ya está hecho; he visto la última comedia de Woody Allen. ¿Y…? Pues al salir del cine mi respuesta ha sido la de siempre: «Es Woody». Me gusta el cine -creo que el buen cine- pero tengo una lucha interior desde siempre con dos de los que muchos consideran grandes genios: Allen y Pedro Almodóvar.
Cuando veo sus películas, siempre me queda la misma sensación. No me gustan, tampoco me disgustan. Básicamente, me dejan bastante indiferente. No se si es falta de entendimiento, incultura cinematográfica o como lo quieran llamar. La cuestión es que con «Vicky, Cristina, Barcelona» ha vuelto a ocurrir. Salgo del cine como si nada hubiera pasado. Y, sin embargo, tampoco me resisto a ver las nuevas producciones de ambos directores, continuamente con la esperanza de que consigan enamorarme algún día.
No creo que esta película sea consecuencia de lo que algunos han llamado el declive creativo del genio de Woody y reconozco que para mí el mejor personaje es el que interpreta Penélope Cruz, aunque me pese reconocerlo. Como personaje cómico, no tiene precio.
Quizás la cosa sea más sencilla que todo esto y, simplemente, no debería sorprenderme de mi indiferencia si no me gustan las comedias woodianas. Tiene sentido. Eso sí, el doblaje y la música dejan bastante que desear.
En cualquier caso, debo reconocer que sí hay algo de la película que me ha gustado, aunque tiene poco que ver con la comedia. Recordarme que en muchos casos los medios-términos son lo mejor en la vida. Muchos han hablado del enfrentamiento en la cinta entre el puritanismo americano y la libertad europea. Para mí es más sencillo que eso. Es el equilibrio entre dos extremos.
De una lado, una personalidad de extrema racionalidad, continuo examen analítico de todo, la vida planeada, la escasa imaginación, los impulsos reprimidos… De otro, una personalidad pasional, sentimental, la falta de reflexión, la aventura, los impulsos…
Al final, la conclusión es clara. Esto hace que recuerde que de vez en cuando quizás deba ser un poco menos racional y algo más impulsiva. Mira por dónde, al final Woody me sirvió de algo.