Twitter for dummies

Cada día veo a más gente conocida de la blogosfera por twitter. Este fin de semana sin más se han unido unos cuantos a los que echaba de menos desde hacía tiempo.

De ellos, algunos -que no se manejan demasiado en esto de la web 2.0- me dicen que ya saben qué es twitter pero confiesan que no saben demasiado bien cómo empezar a usarlo.

Me viene al pelo un vídeo tutorial para dummies -sin ánimo de ofender, jeje- que leo en el blog de Alberto. Así que por aquí lo dejo.


Twitter for dummies from Carlos-Cesar Alvarez on Vimeo.

SE FUE EL GALLO DEL CORRAL

abuelo Se fue cuando todavía lo necesitábamos. Nos quedaron muchas cosas en el tintero. Cosas que decirle, cosas que agradecerle, cosas que recordarle… Se fue nuestro regordete y «pequeño» gran hombre.

Se fue cuando todavía no lo esperábamos. Pensamos que era uno de esos arrechuchos que pasaba con frecuencia y de los que se reponía con cierta facilidad gracias a la botella de oxígeno que lo acompañaba por las noches.

Se fue y ya lo estamos echando de menos. Con él se han ido infinidad de cosas. Se acabó el hacerle rabiar sentándome en su intocable butaca roja; se acabó el decirle que baje el volumen de la tele porque se va a quedar sordo; se acabó el esperar a que cogiera el primer trozo de queso del plato puesto en la mesa; se acabó hacerlo rabiar amenazando con comernos su plato de natillas; se acabó verle la sonrisa cuando le llevabas churros o cualquier otro dulce; se acabó meternos en su oficina para teclear a lo loco en su máquina de escribir o robarle los bolígrafos que tenía contados; se acabó que nos riña porque le hemos tocado sus papeles; se acabó que proteste porque la comida está dura y no la puede masticar o porque el plato no esté listo justo a las 14’30 horas…

Se acabó el verlo en las mediodías de verano en camiseta interior con el ventilador cerca mientras veía los toros; se acabó preguntarle por el Betis; se acabó escucharlo hablar de Semana Santa, del señor del Santo, de Apamys o de las fiestas de la Navahermosa; se acabó verlo ponerse rojo al discutir y soltar un «dejadme que me explique ¡¡coooooño!!»; se acabó escuchar sus quejas cuando algo no se hace a su manera siguiendo estrictas instrucciones; se acabó reirnos mientras duerme la siesta y se le sale la dentadura;  se acabó meternos con sus tremendos ronquidos u odiarle cuando (sonriendo con sarcasmo) levanta la pierna estratégicamente para dejar salir sus olorosos y sonoros gases; se acabó que nos riña porque no lo llamamos mucho; se acabó que nos diga que tenemos que quedar más en familia….

Se acabaron algunas cosas especialmente. Se acabó entrar en su casa gritando y escucharle siempre la misma frase: «Eaaaaaaa ya está la loca aquí»; se acabó que en nochebuena me pida que le cante «Yo pobre gitanilla»; se acabó que en Semana Santa me recuerde que algún año, antes o después, tendré que vestirme de Verónica para que me vea…

Se fue pero tenía previsto hasta el día. Día de San Sebastián y lo despidieron en su Ermita del Santo las imágenes de su Hermandad de los negros, con marchas de fondo y su bufanda del betis al cuello.

Se va el gallo del corral -por algo lo llamaban Manolito el Pollo y a todos los demás nos adjudicaron el mismo mote- pero deja a su gallina al mando del resto del gallinero.

Nos deja la fabulosa lección de una vida  entera aprovechada, luchada y ofrecida a los demás. Nos deja la herencia de una familia que ha sabido quererlo y quererse en todo momento. Nos deja el ejemplo de un resumen de vida que muchos querrían para sí al llegar al final.

Tuvimos el placer de disfrutarlo muchos años y ahora nos toca seguir disfrutándonos tal y como él nos enseñó.

A mi abuelo Manolito.