La estupidez del Día del Orgullo Gay

6a00d8341bf77853ef0115719f4d99970b-320wi Se que mañana durante al menos un ratito estaré de mal humor. Será el tiempo que aguante viendo o escuchando en las noticias lo cool y modernos que somos por celebrar un Día del Orgullo Gay que a mí me parece absurdo e ilógico. Se que a partir de esta frase muchos habrán dejado de entenderme y a veces todo el apoyo y la trascendencia que se le da a este día me hace dudar a mí misma.

Como decía, se de sobra que mañana me cabrearé con el mundo. De hecho, ya esta mañana me he cabreado temprano escuchando por la radio todas las celebraciones previstas para mañana. Más de un millón de personas, fiesta y conciertos servirán para celebrar en Madrid (por nombrar una de las muchas ciudades que lo harán) el orgullo de ser gay.

Perdonen que a mí me moleste soberanamente. Igual soy un bicho raro, pero no cabe en mi cabeza que la normalización de la homosexualidad pase por salir a la calle a celebrarlo. Menos aún cuando se hace gala de salir embadurnados en aceite, semidesnudos y gritando en lo alto de una estrambótica carroza.

Por descontado que no todos lo celebran así ¡sólo faltaba! Pero es que ni siquiera entiendo una celebración del orgullo gay, independientemente de las formas. Igual que no entiendo la celebración del día de la madre, ni el día del padre, ni el día de la mujer trabajadora… Si no es necesario celebrar un día del orgullo heterosexual ¿por qué si hay que hacerlo en este caso?

Obviamente hay que luchar por los derechos de estos colectivos, pero de otras muchas maneras. La homosexualidad aún no está normalizada por desgracia y hay mucho camino por andar, pero eso se va conquistando pasito a pasito. Hay que normalizarlo en la sociedad, en los trabajos, los colegios, con los vecinos, con la familia… y es necesario luchar por la igualdad en los derechos. Pero permítanme no entender que el camino sea éste. Por suerte, hay muchos otros que luchan por ello con caminos paralelos excelentes.