Viaje por Cantabria | Día 1: Cuenca del Saja-Besaya o la Ruta del Románico

Hoy es nuestro primer día por Cantabria y tenemos unas ganas enormes de empezar a ver todo. Aunque decidimos no madrugar, nos levantamos relativamente temprano para aprovechar bien.

Partimos de Torrelavega, capital del Valle del Besaya por la N-611 en dirección a Reinosa. Nuestro plan inicial es ir parando en todos los pueblos que encontremos entre estos dos puntos a lo largo del día.

Nuestra primera parada llega cerquita, en la Villa Real de CARTES, donde vemos las casas románicas montañesas del s.XII construidas en el antiguo camino real, vértebra principal (prácticamente única) de esta pequeña población. Cartes era el antiguo centro administrativo medieval de la zona. Disfrutamos de la calle estrecha, empedrada y repleta de coloridas macetas. Algún que otro vecino sale a la puerta haciendo gala de lo cuidado que está todo. Veo las primeras casas de piedra con balconadas balaustradas de madera y puertas pequeñas con arcadura coronadas por arcos y escudos familiares.

Villa Real de Cartes

Continuamos camino de RIOCORVO, una diminuta aldea al lado de Cartes por donde continúa el camino real que hemos visto. Mirando a nuestro alrededor, entendemos que las preciosas casas, las balconadas y las macetas se van a convertir en una constante en todo Cantabria. Nos quedamos mirando las casonas de los siglos XVII y XVIII organizadas en torno a una sola calle en lo que nos explican es la organización típica de aldea montañesa rural.

Villa Real de Cartes

Antes de seguir el camino, tomamos una carretera de apenas un par de kilómetros que nos lleva hasta YERMO. Tenemos nuestro primer contacto con el olor y  el color de Cantabria. Entendemos por qué nos han dicho que Cantabria huele a tierra y vaca y sabe a color verde. Más allá del bonito camino por carretera, no tiene demasiado que ver si tenemos en cuenta que su joya, la Iglesia de Santa María de Yermo, un antiguo monasterio del s.XIII que intuimos precioso, está cubierto de hierba y pastos y cerrado a cal y canto.

Seguimos bajando en dirección a Arenas de Iguña, por donde pasamos rápido porque no hay nada interesante que ver, y llegamos a MOLLEDO. De aquí me gustan las construcciones, esas casas que antes he descrito y que se apelotonan a los dos lados de la carretera. Pasamos la primera iglesia románica del día, la Iglesia de San Martín de Quevedo del S.XII, vemos algunas calles y continuamos hacia SILIÓ.

En el camino, merece la pena ir despacio en el coche para disfrutar del paisaje. Nos llaman la atención las grandes casonas, especialmente los jardines y terrazas que esconden tras los muros que las separan del asfalto. Conduciendo sin prisa, el camino se disfruta bastante porque sólo ver las casa merece la pena. Así llegamos a SILIÓ, una pequeña aldea donde es obligado visitar su iglesia románica de los santos Facundo y primitivo, una joya del s. XII guardada por una sosa y algo estúpida mujer a la que es mejor no hacer ni caso.

Iglesia Silió

Desde aquí, ponemos rumbo a BÁRCENA DE PIE DE CONCHA, una preciosa villa rural del s.XII que se brinda a un agradable paseo. Pasamos las calles más llenas (¡hasta aquí no habíamos visto a ningún turista!) y llegamos al puente que sortea el río que atarviesa la localidad. Llegamos a la Iglesia de San Cosme y San Damián, cuyo exterior da idea de lo bonito que debe ser un interior que nos perdemos por estar cerrado, según nos cuentan porque la autoridad religiosa competente en esa zona ha prohibido que entren turistas a fotografiar. Para terminar, seguimos subiendo hasta la antigua calzada romana y nos cruzamos con mimadas casonas montañesas y algún que otro vecino cabreado con los turistas despistados que saturamos su única calle donde sólo cabe un coche en una dirección.

Verde Cantabria

Decidimos parar a comer en REINOSA. La carretera que la separa de Bárcena de Pie de Concha también se presta al disfrute y el relax. Hay preciosas vistas de la montaña cántabra, la espesura de los árboles que se apelotonan en las laderas buscando el sol, el verde de nuevo, el río Besaya que va regándolo todo a la derecha y las vacas y caballos que salpican el paisaje. Una vez allí, paseamos por un pueblo bastante grande, donde lo que más merece la pena son las calles del centro donde se sitúan las construcciones oficiales y nobles típicas antiguas de la época bajo medieval (Plaza del Ayuntamiento, Iglesia barroca de San Sebastián y calles aledañas), las casas con galerías  y el puente que cruza el río Ebro.

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