Un día en el campo. Dos niñas. Tres fotos. Cuatro ojos. Cinco disparos.
Total: seis sonrisas.
Son las 9 de la mañana. Me quedan 5 horas de trabajo y después… tendré por delante 5 días en Roma en la mejor compañía. No es un mal balance. Además, me servirá de relax y desconexión después del último mes y del periodo de incertidumbre que creo se avecina nada más vuelva.
Me marcho a la ciudad del tíber, las siete colinas, los museos, el vino, el expresso, la pasta y la pizza, la mitología, el recuerdo de los grandes imperios… Después del EBE y de unos 2 meses de ir a mil por hora por múltiples razones, esto me obligará a echar el freno.
En principio, me resulta un viaje atípico. En cualquier otro momento llevaría perfectamente leido y preparado cada sitio que voy a visitar, cada restaurante al que ir, cada esquina en la que parar a tomar un café. Creo que será mi primer viaje con tanto factor sorpresa.
Prometo aprovecharlo, contar y traer muchas fotos. Eso me servirá de excusa para retomar el blog, de nuevo en estado de semi-abandono. Nos leemos a la vuelta.