Quizás es junto a El Hundimiento una de las más clásicas en las que todo el mundo piensa cuando nombran Berlín. Ya la había visto hace unos años, pero decidí volver a hacerlo antes de viajar. Como me pasó la otra vez, me encantó desde el principio hasta el final.
Alexander Kerner vive con su familia en el Berlín Este. Su madre Christiane es una mujer muy orgullosa de vivir en la RDA, presume de sus ideas socialistas y es miembro del Partido Socialista Unificado. Tras la huida de su marido a la Alemania Occidental, se entrega a la política y al cuidado de sus hijos.
En Octubre de 1989, mientras el Muro de Berlín cae, Christiane cae en coma y permanece aislada del mundo durante 8 meses. En ese tiempo, todo lo que conoce cambia radicalmente. El muro cae, el barrio donde vive se occidentaliza y todo en lo que creía se desmorona con la llegada del capitalismo. Cuando despierta del coma, los médicos advierten a sus hijos que la alejen de disgustos para evitar una posible recaída.
Es ahí cuando sus hijos, con su madre recuperándose en casa, deciden fingir su vida anterior, ocultar el derribo del muro, el fin de la RDA y la reunificación alemana. Para ello fabrican una realidad paralela con ayuda de amigos, montan todo un escenario dentro de la casa y construyen una falsa vida para Christiane que nos enseña a los espectadores la vida en la antigua alemania del este y los cambios con la reunificación.