Los blogs me fascinan. Lo sabéis desde hace tiempo. Administrar un blog no es fácil, a pesar de lo que muchos piensen. Hay que tener ganas y ser constante, escribir cosas interesantes, abrir debate con la gente, saber escuchar, leer, encajar críticas, manejar herramientas…. Pero es gratificante saber que hay quien se interesa durante algunos minutos por lo que escribes y en muchos casos se animan a comentar e intercambiar impresiones a través de una pantalla.
Pero todo no debe ser publicar, publicar y publicar. También hay que tener cuidado y vigilar qué camino está tomando nuestro blog (página o similar) para que, si no nos gusta, podamos cambiarlo.
Me gusta lo que se está moviendo en Valverde gracias a internet y a los blogs. Cada vez son más los que se animan a leerlos o incluso a crearse uno, y creo que eso nos enriquece a todos. Reconocí desde el principio el trabajo que hacen quienes están detrás de www.devalverde.es. Nos tienen al día de noticias, actividades culturales, encuentros, nos dejan fotografías, vídeos…. En resumen, nos transmiten parte de la vida de nuestro pueblo a través de la red.
Pero ahora quiero dar mi opinión sobre un asunto que considero debería corregirse. Lo repito, administrar una página no es fácil. Y en este punto, la moderación de los comentarios es uno de los aspectos más controvertidos.
Soy la primera en repetir que la finalidad de un blog es crear debate y diálogo entre los lectores a través de los comentarios. El propietario de un blog no es -por supuesto- responsable de las opiniones que se dejen en él, pero sí debe ser responsable con qué opiniones deben tener cabida y cuáles no.
Para mí personalmente siempre son bienvenidas las opiniones, sean positivas o críticas, opinen como yo u opinen de manera muy diferente. De eso se trata.
Sin embargo, considero que no cualquier palabra puede tener cabida en una página y la sección de comentarios no debería convertirse nunca en un espacio libre para el insulto, la descalificación o una especie de carta blanca para decir lo que se quiera desde el anonimato.
Muchos de los blogueros de valverde hemos sufrido cuestiones parecidas y, llegado un punto, nos hemos visto obligados a habilitar la moderación de comentarios para que no pasen estas cosas. Si no me equivoco, uno de ellos es mi caso, el de Manolo Cayuela, José María, Rocío Romero, Andrés Marín… Y nombro sólo aquellos que conozco de cerca.
Sigo admirando el trabajo que hacen en DeValverde, pero considero que debería controlarse esa parte. No podemos dejar que una página que visita tanta gente con ganas se convierta en un foro de insultos y descalificaciones. Es lo que hemos visto muchos durante post escritos en carnavales, las elecciones, semana santa o ahora con motivo del partido del Valverde CF. Por contra, debería seguir siendo un espacio de encuentro y debate.
Me repito. Administrar un blog no es fácil. Pero, a pesar de todo, hay cosas que creo se deberían cuidar. Desde aquí mi reconocimiento al trabajo que se hace en www.devalverde.es pero también mi petición de que, entre todos, hagamos que la blogosfera de valverde (o como cada uno quiera llamarla) siga mereciendo la pena.
Totalmente de acuerdo Ana.
Estoy contigo Ana, pero como dices es una tarea complicada la de administrar una pagina, esperemos que poco a poco este personal se aburra, aunque todos sabemos que es difícil.
Llevas toda la razón querida prima, esa es la gran lacra de los blogs y la que hemos sufrido la mayoría de los blogeros. Todos hemos sufrido insultos en nuestros blogs y nos hemos visto obligados a no publicarlo todo.
Muchos aporvechan el anonimato para arremeter contra aquellos que no le caen bien, no pueden esgrimir más argumentos que el insulto.
El gran equipo de Devalverde pondrá remedio pronto.
Efectivamente, a todos los blogueros nos ha pasado y es penoso tener que estar moderando los comentarios. Pero el caso de devalverde.es es distinto porque ha pasado de ser una Web personal a un espacio público, aunque tenga sus dueños-administradores, no sé si me explico. Y al ser una Web visitada por miles de personas diariamente la repercusión está siendo mucho mayor, positiva y negativamente. El otro día llegué a la conclusión de que esta Web nos está mostrando lo mejor, lo más actual, los recuerdos y tradiciones más hermosos de Valverde, etc., pero a la vez, está sacando lo peor de nuestro pueblo; los rencores, las malas intenciones, descalificaciones,… por medio de anónimos cobardes irrespetuosos. Espero que le pongan remedio, así se lo he sugerido en más de una ocasión a su administrador.
Un besote Ana, enhorabuena por el post.
efectivamente estoy contigo en este comentario, porque es muchas veces imposible atajar los dichosos cmentarios que lo unico que hacen echar un trabajo tremendo por tierra.
espero que entre fran y yo podamos hacer algo por que esto no ocurra, pero claro las horas que le echamos muchas veces son sacadas del sueño.
pero pondremos pronta solución a este problema tan tremendo
Alfonso, es lo mejor que podíamos escuchar.
Precisamente lo que me molesta es que los comentarios estúpidos y las descalificaciones escondidas tras el anonimato echen por tierra un trabajo que se merece aplausos. Me fastidia estar escuchando ultimamente a gente que me dice que ha dejado de entrar en la página porque no está dispuesta a leer tantos comentarios fuera de tono.
Será más trabajoso aprobar cada comentario, pero sin duda más del agrado de todos.
Besos.
Buenas, todavía no tengo el placer de conocerte personalmente, cosa que me gustaría, y agradezco el reconocimiento que haces en este articulo, y mas todavía te agradezco que plantees este tema que pospuesto es un problema importante. Para http://www.devalverde.es desde un principio ha sido importante que la gente se exprese libremente, y nunca hemos pretendido censurar una opinión.
“Tirar palante” de una Bitácora, es un reto dificilísimo, más todavía si cuentas con un numero importante de visitantes, de todas las edades y opiniones. En algunos casos siempre he pensado que la gente se expresaba como en su vida cotidiana cosa que siempre te deja ser un poco más permisivo.
No ha sido uno, ni dos, ni tres, cientos más bien… los comentarios que he quitado no solo por contener un vocabulario improcedente, sino también por meterse con alguien injustificadamente. He tenido que reñir a mucha gente y a otros no por falta de confianza evidentemente.
Estoy totalmente de acuerdo contigo cuando dices que un blog, bitácora, o Web, no es un trabajo fácil. Más todavía cuando lo tienes que compaginar con tus verdaderas obligaciones como puede ser el trabajo.
También aprovecho para decir a los lectores de este comentario que se muy bien que serán muchos, que demos un buen uso de las cosas, y que nos ven en muchos sitios de España y del mundo motivo suficiente para dar ejemplo de lo que es un ciudadan@ Valverdeñ@…. Que yo que soy de fuera, todavía estoy alucinado de la maravillosa forma de ser valverdeña.
Por ultimo muchísimas gracias a ti Ana y a todos los blogeros valverdeños por el trabajo que desarrolláis y que nos permite conocer más todavía Valverde y a los valverdeños, además de muchísimas cosas de actualidad..
Saludos
Totalmente de acuerdo con todo lo dicho, no se si será factible, pero una solución podría ser dejar opinar solo al que este registrado e identificado, así se acabaran los anónimos metepatas e insultantes, que al final solo son dos o tres, pero dan una coña tremenda.
Gracias a todos por los comentarios. Fran, como he dicho soy consciente del trabajo que implica mantener una página como la vuestra especialmente con toda la gente que entra y deja sus comentarios.
Está claro que lo ideal sería que todos pudieran expresarse libremente, pero creo que los hechos demuestran que por desgracia no todo el mundo está dispuesto a hacer un buen uso de las cosas. Ante actitudes como esas, creo que hay que poner solución para que lo que ahora es una página que agrada a muchos no se convierta en una especie de foro que aprovechan unos cuantos para descalificar.
Sobre lo que comentas de dejar a la gente que se exprese con libertad como en la vida diaria, decirte que hay un punto que lo hace completamente diferente. En la vida diaria, cada uno puede decir lo que piensa, pero hay que tener la suficiente personalidad para decirlo mientras los demás te ven la cara y dejando claro que lo dices tú. En una página, los comentarios anónimos hacen que la cosa no sea ni parecida. Hay libertad para decir lo que se quiera sin tener que identificarse.
Saludos.
El problema es el anonimato.
Estoy convencida de que tras los comentarios impertinentes y sin gracia ni gusto se esconden 4 o 5, no más, que sólo pretenden crispar al personal a consta de lo que sea.
Con el volumen de entradas que recibe la página devalverde no se puede estar pendiente de todos y cada uno de los comentarios que a diario se hacen, pero sí deberían exigir que el que quiera comentar esté previamente registrado. De esta forma, los administradores podríais, como mínimo, saber el correo de la persona que comenta y, así, averiguar quién está detrás de la opinión que se expresa, en un momento dado.
¡Ánimo! porque el trabajo que emprendisteis es fantástico y merece la pena hacer esfuerzos porque creo que la recompensa final es mayor.
Saludos a todos.
Como siempre, Ana muy oportuna en el comentario. Creo que todos estabamos pensando lo mísmo, me alegro que hayas roto el fuego, más bien el hielo que se estaba fraguando.
Ha sido cómo cuando, en una entrevista dicen; ¿me alegro que me haga esa pregunta?
En «de valverde», creo que además de los clásicos comentarios, soeces, insultantes, etc. se ha estado dando últimamente algo, que es más peocupante como las faltas de ortografia, mayusculas y minusculas, el «aqui somos todos mú naturales», «mú sencillos «, «¿pó i ezo?», etc., que denota mucho mal gusto, ninguneo y en definitiva, mala educación.
Igual que hacemos nuestro aseo diario, nos cepillamos los dientes, las uñas, etc. Y leemos, conversamos y en las relaciones personales nos respetamos. En un medio como «devalverde», debe de cuidarse muchísimo.
Ese blog, creo que no nació ni se mostró nunca, Marcos, con voluntad de ser «personal». Siempre lo ví como plaza pública, casino de pueblo, lugar de encuentro , en definitiva.
Parecía tener hasta su ideario y consejo de redacción, sin embargo, todo fué fluyendo por generación espontánea y creo que a todos nos ha servido para conocer y darnos a conocer.
Alfonso y Fran, no debeis consentir que el crio «se os suba a las barbas», a veces merece la pena echá gargas , templar, mandar incluso y después alargar el brazo.
Gracias Ana, como verás …lo tenía todo en la puntita de la lengua.
Abrazo para todos, un beso para ti
Doria
Qué fuerte, ¿no estás tratando de defender la censura, no?, porque es que vamos, si es así, te diré que eres una $%&/() y un )(/·$%&/=(.
$:-p). Totalmente de acuerdo, una vez recuperada la razón.
Por alusiones, respondo a Doria, con tu permiso Ana. Varios meses antes de que comenzara a funcionar devalverde.es, nuestro querido Alfonso me dio la dirección como algo suyo y personal que tenía en proyecto sin saber los contenidos que tenía previstos. De vez en cuando me metía para ver si ya había comenzado a rodar. Una vez funcionando, hace ya casi un año, en mis primeros comentarios para felicitar el maravillo trabajo que se estaba y se está haciendo recurrí a lo que tu apuntas “…la plaza de Valverde en Internet, que paseo arriba y abajo nos tiene al tanto de todo…”. Así es como yo lo vi en sus prolegómenos y lo fui siento, una Web que cada día se ha ido haciendo más nuestra, con el permiso de ellos por supuesto. Simplemente. Abrazos a todos.
Aunque es larga, compensa leer y reflexionar sobre esta intervención del presidente de la Agencia Efe, Alex Grijelmo, en el Fórum Nueva Economía, el pasado jueves. Habla de los peligros de Internet en el ejercicio del periodismo. La copio y pego casi íntegra, con el permiso de Ana, claro está.
Doria
«En las dos ocasiones anteriores en que comparecí en este mismo foro, hablé de Efe: de nuestros resultados positivos, de nuestros nuevos productos y de los proyectos que estamos cumpliendo. No voy a insistir, por tanto en cuestiones que ustedes ya conocen. Esta vez les pido que me permitan actuar sobre todo como un periodista preocupado por los problemas de su profesión. No quisiera ser ni un Pepito Grillo, ni un pesado que va explicando a los demás lo que tienen que hacer. Por tanto, todo cuanto diga pretende solamente abrir debates, más que cerrarlos. Y les pido que así tomen todas mis palabras.
¿Recuerdan la fábula del sapo y del agua hirviendo? Si ponemos a un sapo en un cazo de agua hirviendo, dará un salto para salir de ahí. Pero si lo depositamos en agua tibia y la vamos calentando, es posible que se cueza dentro del recipiente sin darse cuenta. A veces temo que la profesión periodística caiga en el papel del sapo en agua tibia, y que todos nos vayamos acostumbrando a un aumento progresivo del calor sin que se desaten nuestras alarmas.
Por eso intento alentar, cuando tengo la oportunidad, todo tipo de debates profesionales. No con el ánimo de sentar cátedra, ni mucho menos, pero sí con el empeño de que la discusión entre profesionales nos genere los anticuerpos suficientes como para defender los fundamentos deontológicos de nuestra profesión. Me he referido a los tradicionales problemas éticos del periodismo en libros, en conferencias y en artículos. No volveré sobre esas ideas, que ya están impresas. Pero sí haré un repaso de los nuevos conflictos profesionales que están surgiendo a nuestro alrededor por el efecto de las nuevas tecnologías.
La profesión periodística vive hoy en unas circunstancias diferentes que están afectando a las entrañas mismas de la responsabilidad profesional. Ha cambiado con mucha rapidez la manera de difundir la información y las opiniones; y no todos sus efectos han resultado inocuos. Así como la televisión creó –con el mero hecho de nacer– unos problemas éticos diferentes de los que afrontaban los periodistas de los medios impresos o los radiofónicos, ahora me pregunto si los medios digitales –por el mero hecho de nacer, también– entrañan unas dificultades igualmente singulares. Pretendo sostener aquí que muchos de los problemas éticos que siempre han afrontado los periodistas se han agrandado, merced a la cibernética. Y que, además, han aparecido problemas nuevos. Estamos tan deslumbrados con las ventajas curativas de Internet, que apenas reparamos en sus contraindicaciones. Los nuevos problemas éticos que vemos en la profesión periodística son, a mi juicio, los siguientes:
CUATRO PROBLEMAS AGRANDADOS
1.- Aumento descomunal en el poder de difusión de las mentiras.
2.- La facilidad para el plagio.
3.- La yuxtaposición ilegítima.
4.- Los retoques fotográficos.
TRES PROBLEMAS DE NUEVO CUÑO
1.- El anonimato.
2.- La desaparición del tiempo y el espacio.
3.- La información sin periodismo.
1) El poder de difusión de la mentira
El brasileño Malba Tahan (sobrenombre de Júlio César de Mello e Souza) escribió este brevísimo cuento que voy a leerles, al que llegué a través de un artículo de Paulo Coelho en el Suplemento Semanal del grupo Vocento:
“Destruir al prójimo”
”Una mujer insistió tanto en que su vecino era un ladrón que el muchacho acabó preso. Días después, descubrieron que era inocente; el muchacho fue puesto en libertad y decidió llevar a juicio a la mujer.
-Los comentarios no eran tan graves –dijo ella en la sala.
-De acuerdo –respondió el juez–. Hoy, cuando vuelva a casa, escriba todas las cosas malas que dijo del muchacho; después rompa el papel y tire los trozos por el camino. Mañana vuelva para oír la sentencia.
La mujer obedeció, y volvió al día siguiente. Y dijo el juez:
-La acusada será absuelta si me entrega los trozos de papel que ayer esparció por el camino. En caso contrario, será condenada a un año de prisión.
-¡Pero eso es imposible! ¡El viento ya se lo habrá llevado todo!, respondió ella.
-De la misma manera, señora, un simple comentario puede ser arrastrado por el viento, destruir el honor de un hombre, y luego ya es imposible reparar el mal que se ha hecho.
Y envió a la mujer a la cárcel”.
La difusión de la falsedad ya se consideraba algo muy grave en vida de Malba Tahan, que nació en 1895, cuando las mentiras sobre una persona podían correr, como mucho, apenas de boca en boca. Ahora circulan con un poder de difusión incontrolable, con la fuerza descomunal de ese inmenso acelerador de partículas que es Internet. Y siempre es imposible devolver a la vasija el agua que se ha derramado. Además los tribunales jamás podrán reparar el daño. Hace bien Malba Tahan en emplear el verbo al que acude. Dice: "Y luego ya es imposible reparar el mal que se ha hecho".
En efecto: emplea el verbo “reparar”. Y aquí reparar es imposible. Se puede reparar el cristal que alguien rompa con una piedra, mediante la colocación inmediata de otro. Se puede reparar el robo que uno sufre, con la reposición inmediata del dinero. Pero los daños de opinión o de información sobre las personas no se reparan nunca. Los tribunales pueden, eso sí, “compensar” al perjudicado. Sólo compensarle, y no siempre por completo. Un viejo principio periodístico obliga: todas las informaciones deben verificarse. Las que conciernan a la imagen o la intimidad de las personas no sólo deben verificarse, sino, una vez verificadas, replantearse desde una perspectiva ética.
Hace algunos meses, la agencia Efe sufrió un grave error. El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, acababa de proclamar en un estadio de Buenos Aires que el presidente George Bush es el de menor cociente intelectual de cuantos han gobernado Estados Unidos. Muchos medios difundieron estas palabras sin mayor comprobación. Los editores de Efe en Bogotá, donde se halla la mesa de edición para América Latina, pidieron a nuestros periodistas en Washington que verificaran si la información aportada por Chávez era cierta. Y así lo hicieron. Buscaron en Internet ese estudio y lo encontraron en una ciberpágina oficial del “Instituto Lovenstein” (www.lovenstein.org), que se autodefine como un centro de estudios con prestigiosos historiadores. Allí, en la sección de “informes”, aparecía aquél al que había aludido Chávez. El periodista dio por confirmada la noticia y difundió a todos los abonados los detalles de ese estudio.
Sin embargo, lo que dijo Chávez era falso, la ciberpágina era falsa, el instituto Lovenstein no existe y el informe entero constituía, por tanto, una falsedad también. Efe tardó apenas unas horas en descubrirlo y en anular la noticia a todos los efectos. Pero los hechos posteriores me hicieron recordar la fábula de la mujer y los papelitos: pese a esta anulación, decenas de medios digitales mantenían la noticia después, y algunos de papel incluso la publicaron al día siguiente. Por ello, Efe repitió la anulación unas horas más tarde. Ni siquiera eso provocó que todos los medios retirasen la información. Curiosamente, el falso estudio se había difundido antes, en el año 2001, en periódicos como The Guardian, el Bild, Pravda y otros diarios. Y ya entonces se denunció su falsedad.
Pero no estamos ante un caso aislado en la difusión de datos falsos extraídos de Internet. Muy recientemente, el pasado 3 de enero, la agencia France Presse difundía el siguiente teletipo: (ANULACION: "Me llegará el momento de liderar", afirma el hijo de Bhutto en Internet 07:21 A.M., 03 Enero 2008 ISLAMABAD, 3 Ene 2008 (AFP) –) Sírvanse ANULAR nuestra información Pakistán atentado- Bhutto-política-internet, transmitida el 2 de enero con el título "Me llegará el momento de liderar'", afirma el hijo de Bhutto en Internet. También anular por favor nuestra información de Londres del 1 de enero Pakistán-atentado-Bhutto, titulada El hijo de Benazir Bhutto ya tiene su club de fans en Internet. Ambas noticias contenían declaraciones inexactas difundidas en el portal de internet Facebook mediante una página que resultó ser falsa”.
Como ha dicho Patrick Boyle, de la Universidad de Maryland y creador de una ciberpágina sobre engaños virtuales, “el problema es que con Internet las mentiras nunca mueren”. Y además, añado ahora, siempre son irreparables. García Márquez ha tenido que soportar que una cursilada de texto atribuido a él circulara por todo el mundo como una despedida ante su muerte inminente. Miles de personas todavía lo toman por cierto.
Pero cuando se producen daños morales contra la persona o contra su imagen, ni siquiera una sentencia favorable a la víctima acaba con ellos en Internet. Las injurias permanecen ahora en sus inmensos archivos, esperando a ser activadas de nuevo. Entre otras razones, porque las sentencias no tienen carácter universal, en lo que en esta nueva era tecnológica entendemos ya por universal: No disponen de alcance cibernético ilimitado para contrarrestar los efectos del delito. Leyendo el trabajo del profesor de derecho de la información Teodoro González Ballesteros El derecho al olvido en la información,(Cuadernos de periodistas, abril de 2006), deducimos un problema ético muy interesante: ¿Cuándo deja una persona de ser ladrón, o de ser asesino?
“Hechos que en su día pudieron tener relevancia penal”, escribe González Ballesteros, “pueden carecer de interés informativo cuando, además de haber sido juzgados, o sobreseídos, ha pasado sobre ellos el manto del tiempo”. Un individuo puede cometer un robo y ser condenado por ello. Tras el tiempo que le corresponda en prisión, regresa a la libertad una vez pagada su pena. ¿Podemos seguir diciendo entonces que es un ladrón? ¿Sigue siendo un ladrón toda la vida? Seguramente nos responderemos que no; pero ¿aplicaremos el mismo criterio en el caso de un asesino? ¿Alguien que ha cumplido su pena por asesinato deja de ser un asesino? ¿Tenemos derecho los periodistas a recordar de alguien, cuando lo mencionamos en su nueva vida, que robó o que asesinó; cuando ya está libre y ha pagado por sus culpas?
Si esto nos plantea problemas de conciencia cuando se trata de acusaciones probadas, ¿cómo no pensar en lo tremendamente injusto de las calumnias o injurias que se propagan por la Red sin fecha de caducidad? ¿Cómo eliminar de su exposición a cualquier búsqueda informática una calumnia esparcida en su día por los siete cibermares? Y hoy más que nunca debemos permanecer en alerta ante ese gran poder de difusión de los medios, ante el hecho de que las mentiras nunca mueren en Internet. La mentira reaparece con búsquedas segmentadas, no se pierde nunca en el océano de datos del ciberespacio. Se pesca enseguida, incluso sin querer. Aún es posible encontrar en la Red muchas mentiras condenadas incluso por sentencias firmes.
2) El plagio
El plagio no es un mal de hoy en día, desde luego; pero las facilidades técnicas para cometerlo han crecido de manera exponencial. Una sola persona que reproduzca ilegítimamente en la Red determinada obra habrá causado un destrozo irreparable para su autor, porque ya se reproducirá sin solución de continuidad. Esto no les ocurre sólo a los músicos o a los escritores. También a los propios periodistas, que pueden encontrar sus reportajes publicados en ciberpáginas que no han pagado por ello ni a los informadores ni a sus empresas.
Conviene recordar lo que establece taxativamente el libro de estilo del Washington Post, concretamente en sus reglas de ética y en el punto 5: “La atribución del material de otros periódicos y de otros medios debe ser total. El plagio es uno de los pecados imperdonables del periodismo”. Algunos periodistas de hoy acuden a menudo a buscar en Internet cualquier dato, y después lo usan sin plantearse si la fuente era fiable. No sólo eso, sino que frecuentemente ni siquiera explican dónde obtuvieron la información. La agencia Efe despidió a principios del 2007 a una periodista que copió un reportaje de una de las páginas de la Wikipedia. El 12 de diciembre de 2007, Claude Erbsen, ex vicepresidente mundial de Associated Press, recordaba durante una conferencia en Oviedo que todavía hoy los grandes medios norteamericanos se ven en la obligación de despedir a periodistas que plagian.
Podemos preguntarnos además si Internet es una fuente fiable. Y debemos contestar que no. Internet constituye sólo un campo de pistas, de datos que debemos verificar. Ana Lucía Duque, directora de la escuela de periodismo del diario colombiano El Tiempo, ha señalado un efecto preocupante de lo que ha supuesto la Red para los periodistas: “Internet ha debilitado la disciplina de verificación y de investigación”. Se podría expresar también de otra forma: Internet está acabando con el saludable hábito periodístico de llamar por teléfono y de moverse de la silla.
3) La yuxtaposición ilegítima
La facilidad que nos da Internet para el acceso a millones de datos ofrece un riesgo más, que he denominado en otro lugar “la yuxtaposición ilegítima” (El estilo del periodista, Álex Grijelmo, Taurus, 1997). Este problema ético consiste en situar juntos algunos datos que, aun siendo ciertos, conducen a una conclusión falsa. Podemos describir semejante técnica tomando como ejemplo esta noticia imaginaria: “El cadáver de Francisco Martínez fue hallado ayer en una calle del polígono industrial Norte. /// Momentos antes, se había visto por ese lugar a su vecino Miguel Fernández, con el que mantenía viejas disputas por unas tierras”. En este ejemplo, los hechos ciertos pueden conducir a una conclusión falsa; o al menos, a una conclusión no comprobada.
La Red constituye un almacén descomunal de datos, que a menudo no guardan relación entre sí. Los lugares donde se hallan ubicados virtualmente pueden ser independientes, de modo que tales datos o hechos no han vivido nunca cercanos. Ni en la realidad ni en la interpretación de la realidad que se hiciera en su día. Sin embargo, una búsqueda segmentada consigue fácilmente vincular o acercar acontecimientos o datos que jamás estuvieron próximos. La posibilidad de relacionar hechos inconexos que nos ofrece ahora Internet acrecienta también el riesgo de caer en yuxtaposiciones ilegítimas. Y no sólo eso: aumenta el peligro de que esta técnica sirva para que el periodista construya por su cuenta la hipótesis y la explicite, confundiendo lo verosímil con la verdad; confundiendo relaciones ciertas con relaciones falsas. Un periodista que esté intentado establecer una vinculación entre dos personas puede verificar a través de la Red que ambas coincidieron en una determinada ciudad en una fecha concreta, o en una misma empresa, o que estudiaron en la misma universidad. Quizás esas dos personas ni se conozcan, pero la yuxtaposición ilegítima estará al alcance de quien desee aprovecharse de ella.
4) Los retoques fotográficos
Dentro de esos incumplimientos éticos que empiezan a rodearnos gracias a las nuevas tecnologías, me referiré a los retoques de ordenador en las fotografías periodísticas. La manipulación de las fotografías se practica desde hace decenios. Son famosas las supresiones de personajes incómodos en las fotos de la prensa soviética, o los retoques en las imágenes del encuentro entre Hitler y Franco en Hendaya. La herencia de esa técnica llegó hasta la democracia española. Un simple deslizamiento ético inicial ha servido de precedente para los abusos actuales. Comenzó en los periódicos cuando, por simples razones de diseño, se giraba la imagen del perfil de un personaje con el propósito de que mirase hacia el texto al que acompañaba, y no hacia el artículo de al lado. Algunos libros de estilo ya prohibieron esta práctica, que citaban expresamente, al advertir que eso podría abrir una puerta por la que se degenerase en alteraciones más graves. No era una alteración importante, básica; pero ya subía un grado la temperatura del cazo. Y ahora las alteraciones de mayor cuantía están aquí.
Es un secreto a voces que en algunas revistas muchas fotos de actrices, cantantes o presentadoras (en menor medida las de los hombres) se han retocado por ordenador, o que se han suprimido arrugas indeseadas y grosores tenidos por antiestéticos o poco comerciales… No sólo eso: también se han juntado en una misma imagen, que se presenta como correspondiente a un instante determinado, distintos fotogramas obtenidos en tiempos diferentes. Una publicación puede hacer ver que distintos personajes han estado juntos, aunque jamás hayan coincidido. Y así ha sucedido más de una vez.
También vemos a menudo que un futbolista sobre el que se rumorea cambio de equipo aparece con la camiseta de su posible nuevo club, aunque nunca se la haya puesto. Se abre así una interrogante previsible: ¿Acabará el lector desconfiando algún día del valor notarial de las fotos periodísticas y eso contaminará a todo el sistema? Otro tanto empieza a suceder con los vídeos. Internet también nos ha dado muchos ejemplos con la difusión de imágenes que, aun siendo ciertas, nos empiezan a parecer increíbles porque conocemos las capacidades técnicas de la digitalización. Y otras que, siendo falsas, parecen ciertas (recuérdese el montaje que hacía creer que el escaño del presidente del Gobierno había sido robado del Congreso por una ventana).
FENÓMENOS DE NUEVO CUÑO
Además de la ampliación de los efectos negativos causada por Internet y las nuevas tecnologías, estos mismos avances y la propia Red han generado problemas éticos específicos que no se daban en los periódicos impresos.
1) El anonimato
Quizá debemos preguntarnos si corremos peligro de destrozar algunos valores tan afanosamente conquistados a lo largo de la historia de la prensa. Uno de ellos fue siempre la lucha contra el anonimato. Las denuncias anónimas que llegan a un medio carecen por sí mismas de valor, si no se les añade una comprobación por un profesional del periodismo. Y las opiniones no valen nada si no se sabe quién las defiende. Ni siquiera el espacio de “cartas al director” en la prensa tradicional está exento de que el comunicante se identifique debidamente.
Mientras que en las páginas de papel existen procedimientos para conocer la identidad de un lector antes de admitir su texto, tengo la sensación de que algunos soportes digitales permiten sin embargo todo tipo de acusaciones sin el más mínimo intento de verificar siquiera la autoría, en los apartados de comentarios de los lectores. Esto no significa, por supuesto, que los procedimientos de verificación en la prensa tradicional sean infalibles; pero al menos suele existir la voluntad de evitar el anonimato. En un periódico se revisan las cartas y se censuran los insultos (incluso se corrigen las faltas de ortografía de los lectores) porque la publicación se considera a sí misma responsable jurídica de cuanto se publica. El mismo criterio ético debiera valer para una publicación periodística tradicional y una digital. Precisamente, los diarios digitales reclaman los mismos derechos que han venido ejerciendo sus colegas impresos (credenciales, atención de las fuentes oficiales, convocatoria a conferencias de prensa, publicidad institucional, etcétera). Lógico parece que deban asumir las mismas responsabilidades.
Con esta situación, los insultos más burdos se pueden publicar libremente en algunos cibermedios. Es posible que lo comprobemos dentro de unas horas, cuando estas palabras se reproduzcan en la Red. Los foros libres de Internet constituyen en estos momentos en España el único reducto donde las posiciones nazis, racistas o antidemocráticas en general encuentran un lugar para expresarse públicamente. Nadie admitiría un alegato fascista anónimo en su periódico impreso, pero no es difícil encontrarlo en un foro digital.
¿Es el anonimato un derecho? Según. Si sirve para facilitar una información que, una vez comprobada, se acaba publicando porque tiene interés público, sí. Pero los libros de estilo consideran que el derecho al anonimato no alcanza a las opiniones, y menos si enjuician a personas. El anonimato no debe amparar a quien injuria o calumnia en defensa de intereses –personales o de grupo– que quedan ocultos. Esa supuesta libertad total atenta quizás contra la obligación constitucional de que la información difundida sea veraz; y contra otros derechos legítimos de orden superior. Atenta seguramente contra derechos como el de la intimidad, la dignidad y la propia imagen, a los que sólo en determinados supuestos puede superar el derecho de la información: por ejemplo, cuando la noticia sea de interés público. Insisto: “interés público”, que no es lo mismo que “curiosidad del público”.
2) La desaparición del tiempo y el espacio
¿Dónde hay una hemeroteca de medios digitales? Hoy en día es imposible recuperar los primeros números de la mayoría de los periódicos electrónicos: no quedaron registrados en ningún lugar. Internet ofrece el riesgo de perjudicar a alguien insultado porque quizás no desaparezca nunca el insulto; y también el de perjudicar a alguien insultado porque, al desaparecer intencionadamente el insulto, no podrá demostrar que ha sido injuriado. Una lamentable paradoja, ante la cual una persona inocente puede verse indefensa. La ausencia del concepto tiempo en Internet se agrava con la inexistencia de horarios. ¿En qué horario se encuentra un lector de América que entra en un ciberperiódico español? Algunos conceptos que se pueden manejar en televisión o en radio (la franja infantil, por ejemplo) carecen de sentido aquí; y un medio electrónico de acceso general puede ofrecer contenidos inadecuados a cualquier hora, ya sean de audio, vídeo, fotos o texto. Téngase en cuenta que los diarios digitales están incorporando multitud de vídeos; y que incluso los programas radiofónicos se siguen por Internet.
3) La información sin periodismo
Nos sentimos muy felices ante una expresión triunfante: “Periodismo ciudadano”. Pero me llama la atención que reparemos más en la palabra “ciudadano” que en el vocablo “periodismo”. Diferentes medios están promoviendo que cualquier ciudadano les envíe noticias, fotos, vídeos. Eso corresponde a la palabra “ciudadano”, sí. Pero la palabra “periodismo” implica el ejercicio de una profesión, en la cual tenemos unas obligaciones éticas como en cualquier otra. Periodismo equivale a verificación, jerarquización, evaluación, contraste de fuentes, capacidad de enmarcar una realidad, y de relacionarla con unos antecedentes o unas consecuencias, dar oportunidad de defenderse a quien resulte agredido. Y sobre todo, criterios éticos. No sentiría prevención hacia el “periodismo ciudadano” si los ciudadanos practicaran realmente el periodismo.
Pero, hoy por hoy, le veo muchos riesgos al periodismo ciudadano de publicación directa. Seguramente el “periodismo ciudadano” será un factor importantísimo para la sociedad si cumple las normas del periodismo; si sirve para mejorar la administración pública y denunciar las injusticias comprobadas. Pero podemos preguntarnos si vamos a asistir impasibles ante el hecho de que ninguna persona relevante en su ciudad pueda ya almorzar en un restaurante con una empresaria, con un economista, con un amigo, con una actriz…, o incluso con alguien desconocido, sin que la asedien potenciales periodistas espontáneos que la enfocan con su móvil, o con su videocámara, para extraer de ello aventuradas hipótesis. O si no vamos a comprobar ninguna denuncia, sabiendo como sabemos lo fácil que resulta ahora manipular en origen la foto, el vídeo o los hechos.
La autorregulación es la respuesta
Hasta aquí apenas unos casos representativos de cómo la fuerza de Internet y las nuevas tecnologías están cambiando, agravando, las consecuencias de nuestros actos. No tenemos todas las soluciones, pero sí tenemos todas las preguntas. Y aspiro a que las respuestas procedan de un debate sano entre periodistas y se plasmen siempre mediante procedimientos de autorregulación»…
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La intervención de Alex Grijelmo concluye hablando de los procedimientos de autorregulación en Efe y aporta datos sobre la agencia de noticias que preside.
Publicado por Nacho de la Fuente el 6.4.08