Era una tarde de finales de septiembre. Habíamos estado todo el día sin parar visitando pueblecitos de los alrededores de Sagres. A la vuelta, no queríamos perdernos la recomendación de ver atardecer en el Cabo de San Vicente. Llegamos con el tiempo justo y nos encontramos el lugar repleto de gente que se amontonaba en las rocas esperando la caída del sol.
Todo el mundo en silencio y de fondo sólo el ruido tranquilo del mar chocando con las rocas más bajas. De repente, el sol decidió empezar a esconderse tras las nubes y comenzar a descender en el horizonte. Y acto seguido el color naranja del cielo se transformaba para dejar ante nuestros ojos un precioso atardecer teñido de rosa y azul.
Precioso momento…