A veces, me gusta observar a la gente mientras se hacen fotos. Es curioso ver cómo unos se ponen delante de la cámara con desgana, algunos posan con indiferencia y otros se transforman con posturitas, muecas y sonrisas para recordar ese momento de la manera más feliz posible.
En Santillana del Mar, me encontré en una esquina con este padre que tardó unos 10 minutos en conseguir que los niños sonrieran del modo que él quería.
Qué se estén quietos es más difícil que hacerles sonreir…
Besos
Antonio