Una reflexión tonta u obvia quizás. ¿Es posible odiar los negocios o plantearse odiar los negocios en los tiempos que corren? Es más. Si los negocios mueven el mundo ¿seguiría el mundo moviéndose si nos planteásemos vivir sin ellos? Pensar que sí es irreal y absurdo. Pensar que no quizás supondría renunciar a demasiados sueños.