De esta foto recuerdo el fuerte viento que puede llegar a hacer en Edimburgo, a pesar de ser agosto. Al caer la tarde decidimos subir a Calton a ver la puesta de sol. Nos costó un poco la subida, porque las rodillas se resienten después de más una semana por el norte de Escocia entre montañas que hay que investigar para llegar a escondites secretos. Pero la subida acabó mereciendo la pena. Casi por primera vez desde nuestra llegada el sol aguantaba en lo alto y las nubes cubrían el cielo sin mojarnos.