Sigo redescubriendo Roma a través de las fotos que hice en la escapada de noviembre. Recuerdo perfectamente la noche en la que disparé ésta. Estábamos destrozadas después de casi 12 horas sin parar de caminar y ver cosas. Hacía frío, buscábamos con ganas un sitio donde sentarnos a cenar algo, pero cuando me encontré esta esquina con una farola que iluminaba mágicamente los adoquines de la escalera y a la gente que pasaba bajo ella no supe resistirme a disparar durante un rato.
Tardé en encontrar lo que buscaba, mientras mi madre empezaba a desesperarse. Al final creo que lo conseguí, mejor o peor. Una foto que captara ese instante. El resultado ha sido una fotografía que apenas he necesitado procesar. La primera con la que me sucede esto. Me gusta justamente tal y como la capté. Y a tí ¿qué te parece?