Me pregunto qué extraña asociación de ideas hacemos cuando somos pequeños para que, nada más vemos aparecer una cámara a nuestro alrededor, nos da por sacar la lengua en lugar de poner nuestra mejor sonrisa como hacemos cuando ya somos mayores. Probablemente será la inocencia que nos evita aquello de tener que posar para la posteridad… ¡qué sano alivio!
Totalemente de acuerdo jejeje