En noviembre de 1979 se estrenaba por primera vez Cinco horas con Mario sobre las tablas de un escenario. Durante 30 años, Lola Herrera ha sido la única actriz en meterse en la piel de la viuda Carmen Sotillo con la elegancia que sabe poner en cada voz y en cada gesto. Lola ha dado vida a la viuda de este monólogo en más de 3.000 representaciones, hasta que era evidente que tenía que dejarlo.
Mario muere a los 49 años y su mujer es aún más jóven que él. Está claro que deja de entenderse el papel en una Lola Herrera que ya está bien entrada en los 60. Después de su éxito, Natalia Millán se ha atrevido a tomar el relevo de la veterana actriz. Cuentan que lo primero que hizo fue hablar largamente con Lola.
Hace unos tres años tuve ocasión de ver la obra en el Teatro Español de Madrid. Cuando me enteré de que lo traían ahora al Lope de Vega en Sevilla no dudé en repetir. Es cierto que pensé que iba a echar de menos a Lola Herrera interpretando, aunque fuese sólo un poquito. Ahora puedo decir que me equivoqué, y mucho.
Se que las comparaciones son odiosas, pero en este caso son inevitables. Natalia Millán no tiene nada que envidiar a su antecesora. Dos grandes actrices de teatro de la misma talla. De hecho, a mí me sorprendió enormemente salir de la obra sin haberme acordado si quiera de Lola Herrera. No necesité hacerlo.
Natalia me cautivó desde el principio. Encontré en ella la serenidad y la calma de la viuda, el humor negro que hace que estalles en carcajadas, la rabia contenida con algunas de sus ideas pero la comprensión del pensamiento de la época; la risotada inesperada mezclada con la tristeza profunda; el absurdo de la conversación con una persona muerta que por otro lado se revela necesaria.
Nos condujo durante 1 hora con un monólogo que hilaba sonrisa con llanto, alegría con tristeza, reproches con alabanzas. Recuerdos, memorias de una vida compartida. Lo mejor fue cómo lo hizo. Sólo con su voz, su cadencia, sus modulaciones; los paseos por el escenario, las caras, las expresiones, los gestos.
Natalia se metió al público en el bolsillo. Y lo hizo como mejor puede hacerlo una actriz. Sin apoyos, sin artificios; sólo con su voz, su presencia y su cuerpo.
Yo estuve en la función del sábado. Fui expresamente a Sevilla a verla con Lucía. A mí Natalia Millán me dejó una vez más impresionado sobre todo por lo que tú misma apuntas, esa forma de contarlo todo, con cada gesto, cada mirada y cada palabra. Una de las cosas que más me gustó fue cómo se adaptó al lenguaje de la época e incluso en esa peculiar pronunciación de la "ll". ¿Te diste cuenta?
Por cierto, me acordé de tí y de tu madre. ¿Te acuerdas que allí vimos hace tropecientos años La Habitación Azul con Amparo Larrañaga y José Coronado? jeje.
Jejeje. Casualmente me acordé también de tí por lo mismo el domingo. Se lo conté a Rocío que todavía me acuerdo de cuándo fuimos a ver La habitación azul con aquel final tan inesperado de maniquíes tirados sobre el escenario…
Otra vez que vengáis, ¡avisad queridos!
Yo también salí encantada y a ella se le notó bastante emocionada ante la cerrada ovación que se llevó. Nunca había visto a Natalia Millán sobre las tablas y ha sido una alegría su descubrimiento.
Repetiría sin pensármelo dos veces.
Salgo ahora mismo de ver la "mejor" actuación en años.
Siempre me pareció que Natalia Millán era muy buena actriz y he ido a verla para ver si, en vivo y en directo era tan buena como creia; y, la verdad, no es no es buena es buenisima, da gusto verla.
Enhora buena NATALIA
Parece mentira que empezara en "El super", aquella serie vespertina de Telecinco.
Qué buena es la jodía. Y creo que en cabaret tb está fenomenal! 🙂