Hoy es inevitable hablar de huelgas. Me quito el sombrero ante la genial reflexión que ha hecho Rafa sobre sus motivos para no creer en esta movilización. Como él, yo hoy estoy sentada delante del ordenador trabajando. Porque estoy convencida de que remar todos juntos hacia delante es la mejor solución.
Aunque recomiendo que leáis lo que ha escrito de cabo a rabo, me gustaría destacaros algunas cosas con las que no podría estar más de acuerdo. Los grandes problemas que deberían preocuparnos están claros, al menos para mí. (1) Gran parte de la gente actúa desde el egoísmo y por eso están cobrando el paro y trabajando cobrando en negro (2) La gente confunde el concepto de seguridad en el empleo. La sociedad evoluciona y los tipos de empleo que requiere también. La seguridad debería entenderse como «seguridad de que voy a tener trabajo» y NO como «que voy a estar en el mismo trabajo para toda la vida» (3) Debemos construir sobre la base de empresas que se preocupan por conocer los nuevos mercados; si no, seguiremos construyendo castillos en el aire…
Falta de responsabilidad: trabajando en negro
Como muchos decían hace tiempo, la crisis no se soluciona bajando el sueldo de los funcionarios un 5%, y muchos de ellos se han quejado. Cierto es, tan cierto como que sólo es una de las medidas a adoptar. Medida que hay que adoptar porque el sueldo de los funcionarios lo pagamos de nuestros impuestos. Y aquí viene lo bonito: algunos (muchos) cobran paro y trabajan en negro: engañan al Sistema por partida doble. Y son otros los que sufren esa insolidaridad. Sí, señores. Si alguien todavía no era consciente, Hacienda somos todos. Y hasta que no aprendamos eso y nos comportemos en consecuencia, poco se va a mover este barco.
El inmovilismo de España
Somos un país de tópicos y costumbres. Por un lado tenemos que, mientras que en el resto del primer mundo la media de puestos de trabajo de una persona en la vida es de 20, en España tendemos a que sea sólo uno, e incluso se lo inculcamos a las nuevas generaciones. Un trabajo para toda la vida. Por otro lado, somos tradicionalistas con nuestros modelos de negocio. Si algo funcionaba antes, tiene que seguir funcionando ahora. Da igual que la sociedad haya cambiado de forma absolutamente radical y que hayamos avanzado en los últimos 30 años más que en los 300 anteriores. Seguiremos enviando las cosas por fax y no seremos capaces de orientarnos a nuestro nuevo target (¿target? ¿qué es eso?). Eso significa la muerte de la empresa tradicional, con todo lo que ello conlleva. Pero nos resistimos, oye. Seguimos queriendo obtener un 300% o un 400% de beneficio con lo que hacemos, y lloramos cuando la burbuja explota.
Dejar un comentario